José Barta; 2 de julio 2012
En estas tres palabras se puede resumir las actuaciones de los máximos líderes de la euro zona, en los últimos veinte meses. Otra expresión me viene a la cabeza que es la de “incompetencia”, pese a que esta no cuadra con los magníficos currículos de los que hace gala la mayoría; claro que tampoco, la mayoría de ellos, se ha tenido que enfrentar nunca con una crisis como la actual, que pone a prueba la base de muchos conocimientos, así como los fundamentos reales de muchos valores que se aparentaba defender.
Hace unas semanas, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, justificaba el poco entusiasmo con que recibieron los mercados la noticia de que el Eurogrupo iba a rescatar con 100.000 millones de euros a la banca española, en la falta de información sobre la supuesta línea de crédito.
“Es alucinante que estemos hablando de poner sobre la mesa 100.000 millones de euros y los mercados lo tomen como una historia negativa”. “Y ¿por qué ha ocurrido esto?”, se preguntaba, para responder acto seguido que “es debido a que la ejecución (del anuncio de la ayuda) fue extremadamente pobre”.
La Unión Europea desaprovechó entonces la oportunidad de lanzar un mensaje positivo que diera confianza a los mercados, como lo demostró el hecho de que tras el anuncio, el pasado 11 de junio, la prima de riesgo española se disparara hasta niveles máximos desde la creación del euro, a pesar de las cándidas palabras del Ministro de Guindos sobre las “magnificas condiciones acordadas”: los inversores no le creyeron nada, o le creyeron poco…
Este fin de semana hemos asistido a un nuevo capítulo de la interminable saga de “reuniones claves”, para la adopción de medidas “definitivas”.
Los líderes europeos no han defraudado. Fieles a su habitual tónica de acuerdos insulsos han aprobado los términos del acuerdo para recapitalizar la banca de forma directa, sin pasar por los Estados.
El problema es que, salvo el recurso a los instrumentos existentes FEEF/MEDE – “que se aplicarán con arreglo a las directrices existentes, en las que se detallan los procedimientos correspondientes” – no se puede decir que se haya aprobado medida alguna de inmediata aplicación.
Se subordina el rescate de la banca a una serie de condiciones que no se explicitan, si bien se marca la fecha del 9 de julio (reunión del eurogrupo) para su concreción (una nueva reunión definitiva).
Así mismo se condiciona cualquier tipo de ayuda directa, a las entidades bancarias, a la asunción por parte del BCE de nuevas competencias en el marco de la supervisión bancaria.
A este respecto el Consejo Europeo, en su reunión de los días 28 y 29 de junio, acuerda el que se acometa el estudio de lo que “puede hacerse en el marco de los Tratados en vigor y qué medidas requerirían una modificación del Tratado. Con el fin de garantizar su responsabilización, se implicará estrechamente a los Estados miembros en las reflexiones y se les consultará regularmente. También se consultará al Parlamento Europeo.”
El propio Consejo marca unas fechas máximas para la elaboración de estos trabajos, precisando que “en octubre de 2012 se presentará un informe provisional, y el informe final antes de que finalice el año.”
En definitiva que sean cuales sean las condiciones que se establezcan, para recapitalizar directamente a las entidades financieras (excluidas las compañías de seguros), el próximo 9 de julio – si es que se cumple dicho objetivo – este proceso no podrá iniciarse hasta no haber asumido el BCE sus nuevas competencias, y esto no podrá producirse antes del 2013.
¿Qué sucederá en dicho intervalo de tiempo?
Lo primero que descubrimos es que el riesgo España seguirá vinculado al de las entidades financieras, en detrimento del coste de nuestra financiación.
Lo segundo es que algunas de dichas entidades serán incapaces de hacer frente a sus compromisos financieros, así como a gran parte de sus costes de explotación, entrando directamente en incumplimiento de pagos.
¿Qué medidas se adoptaran transitoriamente? Con la actual experiencia es de temer que sea el propio Estado quien, una vez más, acuda a la financiación del MEDE, trasvasando posteriormente los recursos a las entidades financieras. Con esta medida nuestro déficit Público seguirá creciendo, a pesar del incremento de impuestos (existe el compromiso frente al propio Consejo Europeo de subir el IVA) y del recorte de prestaciones sociales, así como del despido de empleados públicos, que pasaran a engrosar las listas de desempleados, no mejorando con ello nuestro consumo interno, clave para nuestro crecimiento. Y con nuestro Déficit Público, se incrementaría nuestra Deuda, y conviene recordar que el montante “optimista”, de la ayuda a percibir por los bancos, está cerca del 6% del PIB de nuestro país.
Y, conviene que recordemos, al día de hoy no sabemos plazos de amortización, ni tipos de interés, ni criterios de valoración de riesgos – que podrían dejar fuera de esta ayuda a entidades manifiestamente inviables – que tendrán los prestamos. Ni siquiera sabemos si finalmente se exigirá que el Estado español avale dichas cantidades, lo cual supondría una espada en nuestro cuello de contribuyentes para muchos años.
En definitiva, no parece que las cosas estén realmente claras ni para los líderes de la eurozona, ni para nuestros gobernantes, ni para nosotros, simples contribuyentes de a pié, ni para los inversores internacionales, que seguirán haciendo de las suyas. Lo comprobaremos en breve.
Lamento aguar la fiesta una vez más, pero así lo veo y así lo transmito. Afortunadamente no nos podrán privar de la satisfacción de haber ganado la tercera Copa de Europa de Selecciones; será de las escasas satisfacciones que tendremos los próximos años.
Les prometo que en el próximo artículo aportaré un listado de acciones, y medidas legislativas, que ayudarían a reducir el déficit, potenciando el crecimiento; por aquello de no limitarme simplemente a criticar lo hecho.