José Barta; 25 de junio 2012
Si, reconozco que la pregunta en sí parece en exceso escandalosa. Como si estuviera más dirigida a captar la atención del lector que ha resaltar algún aspecto de la realidad económico política que estamos viviendo.
No es este mi propósito. Realmente el título de este artículo ha surgido al final del mismo. Inicialmente pensaba titularlo ¿En qué cree Rajoy? El título definitivo ha surgido como una luz, casi podría decir que como una revelación, dada la dirección que apunta.
Y es que si realizamos un análisis rápido de las decisiones políticas adoptadas en los últimos años nos encontramos con una continuidad, casi sorprendente, tanto en principios y valores como en medios.
Creo que nadie le puede negar al ex Presidente Zapatero su anhelo y su acción innovadora en tantos campos, pero especialmente en el social. Una acción que, sin exageraciones, podría calificarse en muchos aspectos como revolucionaria.
El compañero Alfonso Guerra con su grito sobre que a “España no la reconocerá ni la madre que la parió”, se convertía en un profeta de la etapa Zapatero.
En gran medida el programa del Presidente Rajoy enfatizaba, en muchos aspectos, no solo en un parón a este proceso reformista, incluso en una vuelta a la recuperación de algunos valores relegados. Y esta decisión se habría de manifestar en prácticamente todos los campos, desde el económico al social.
El primero de los valores a recuperar sería el de la honestidad y veracidad en las manifestaciones por parte de los miembros del Gobierno.
Los gobiernos de Zapatero congelaron las pensiones y rebajaron los salarios de los funcionarios, así como del personal contratados por partes de las Administraciones Públicas. El Gobierno de Rajoy mantiene dichas medidas y sube indiscriminadamente el IVA e incrementa, con criterios más que burdos, el IBI.
El colectivo más perjudicado por estas medidas se llama clase media.
Ante la crisis de solvencia (no solo de liquidez) de muchas entidades financieras, se apuesta descaradamente por la supervivencia indiscriminada de estas, pese a quien pese, bajo la superstición de que “si se hunde un banco quiebra la sociedad”, olvidando que la expresión correcta es “quien salva a una persona, salva al Universo”. Las reformas emprendidas inicialmente por Zapatero son continuadas por Rajoy, con tal precisión que la Primera Reforma del Sistema Financiero, de febrero de este año, es una mera continuación de la reforma de la Circular 4/2004 del B de E, realizada en el 2010.
Zapatero anima y presiona para que se realicen fusiones entre entidades financieras, Rajoy apremia y fuerza esa misma política. Zapatero crea el FROB, como potencial “banco malo” Rajoy lo perfecciona y acaba el objetivo previsto.
Y todo esto con el fin de trasladar a la sociedad perdidas las económicas que debieran corresponder a accionistas y acreedores.
Zapatero concede indultos singulares, entre otros al señor Alfredo Sáenz, Rajoy los generaliza a todas aquellas fortunas y empresas que pudieran haber defraudado al resto de los contribuyentes españoles.
Las respectivas políticas frente al terrorismo, según las victimas – que se han ganado el derecho a opinar, y a ser consultadas – son similares. Incluso a la hora de negar los hechos que se les imputa.
¿Qué decir respecto al escandaloso gasto de consejeros y asesores, mantenido por ambos, o la remuneración de parlamentarios, o las subvenciones a las actuales “manos muertas” que son los partidos políticos, asociaciones profesionales (obreras y patronales) y asociaciones y fundaciones afines? Se aplican recortes que poco o nada tienen que ver con la realidad de los recortes económicos sufridos por el resto de los residentes en este país.
Se hace oídos sordos al drama de los parados, como colectivo y como personas individuales, persiguiéndose – desacreditando – a aquellos, como Caritas, que se esfuerzan en ayudar de forma práctica, real.
Se incrementa sistemáticamente el déficit del Estado y del resto de las Administraciones, en beneficio de unos pocos, desarrollando una deuda que habrán de pagar las familias: familias que están endeudadas a su vez en más del 100% del PIB, con ingresos cada vez más menguantes.
Cuando alguien cree en algo de orden superior, como puede ser un ideal de vida, su corazón arde en deseos de lograrlo, aprestándose su voluntad a ello, con todos los recursos de que dispone.
Zapatero, discípulo de Alfred Kinsey, Derek Humphry y Peter Singer, entre otros, es un fiel defensor de la libre eliminación de la vida propia o ajena, siempre que – a mi parecer – no valga la pena vivirse. Esto mismo se extiende al campo de las relaciones personales, a las que dota de un carácter marcadamente sexual, siempre que se vincule a “un sentimiento placentero”. Obviamente dichas relaciones son independientes del sexo, e incluso el número, de los participantes.
Fruto de sus ideales son las reformas legales sobre el matrimonio, el aborto y la eutanasia.
Si algo podemos afirmar del Presidente Rajoy es que no siente una pasión contraria a la del ex Presidente Zapatero, de ser así se hubiera apresurado, tal como en su día insinuó, a rectificar dichas legislaciones, impulsado “por un deseo irrefrenable” que le lleve a alcanzar “su bien”. Si algún bien persigue el Presidente Rajoy, no está en confrontación con el del ex Presidente Zapatero.
Sinceramente nunca he seguido de cerca a Mariano Rajoy, pero aparentemente parecía que defendía modelos muy distintos, en todos los ámbitos, a los deseados por José Luis Rodriguez Zapatero. Como tengo tendencia a pensar en la honestidad y honradez de los demás, especialmente cuando se trata un Presidente del Gobierno de España, no tengo más remedio que concluir que, si el Presidente Rajoy sigue a pies juntillas las políticas iniciadas por el ex Presidente Zapatero, es porque se encuentra “poseído” por este último.
Dejo a los estudiosos de lo exotérico el cómo se pudo producir.