Txema es, además de un buen amigo, uno de esos profesionales, con formación técnico humanista, que tiene el mundo entero como centro de trabajo; cuando no está en China se encuentra haciendo consultoría en Colombia. A raíz del artículo que me publicaron ayer en Diario Financiero me escribe una reflexión que me complace compartir:
Hola Pepe,
A mí me encanta leer tus artículos y, aún más, hacer mis pequeñas digresiones sobre ellos; así que ahí va:
Dadas las circunstancias el problema no es sólo Grecia, creo que la pregunta es si se puede tener la misma moneda que, por ejemplo Alemania, sin mantener su ritmo de mejora de competitividad.
Estoy seguro que con una simulación muy sencilla se puede ver que si el diferencial de mejora de competitividad se mantiene estable el divorcio monetario llega antes o después: simplemente si se trata de diferencias muy grandes, la brecha hace inviable la moneda común en un periodo de tiempo corto (pongamos que este es el caso griego), si la diferencia es de grado medio el divorcio monetario puede venir más tarde (casos portugués, español, italiano??); si la brecha es menor, pero también se mantiene, al final la separación llega aunque sea tras las bodas de oro (caso francés?!).
Quizás si ciertos países no adoptan (adoptamos) las políticas estructurales de los que mantienen un alto nivel de mejora competitiva (Alemania, Holanda, Suecia, etc…) no se puede mantener una moneda común.
Otra cosa es que si el diferencial es menor, al ganador le convenga suplir la diferencia por la ganancia de economía de escala del mercado; de hecho esto no es muy diferente de lo que ocurre dentro de los propios estados nación como en España, en Italia y en Francia. El problema es que cuando las zonas ricas (Cataluña y Euskadi en el caso español, Alemania en el caso europeo, la zona Norte en el caso Italiano) deciden que en un mercado globalizado sus compatriotas son una rémora y que no les sale a cuenta subvencionar el tamaño de mercado interior, pues surgen muchas tensiones y llegamos a lo que estamos.
Tiran más la economía y los intereses de las élites burguesas que los sentimientos; lo que pasa es que para justificar estas cosas tan prosaicas es mejor decirle al pueblo que es que nosotros nos consideramos más listos, o más trabajadores o simplemente más guapos que ‘los otros’. La historia siempre ha sido que la evolución socio-económica es la que tira de los cambios políticos.
Así que la pregunta es: ¿Para afrontar este mundo globalizado es mejor que cada uno haga su guerra por separado o es mejor ir con el máximo de peso y de inercia? Y es que lo de la inercia es un problema físico: cuesta la misma energía acelerar que frenar porque es la misma cantidad de movimiento.
Yo tengo muy claro que la respuesta, incluso para Alemania, es que un país europeo sólo en el mercado global es demasiado débil. Esto lo tenía tan claro el cuarteto Kohl-Mitterrand-González-Delors que se creó un sentido de interés común que ya no está; así que veremos lo que pasa, pero el resto del mundo, todos!!, se van a poner muy contentos si los europeos les ayudamos a cargarnos la Unión Europea y el Euro.
Otra cosa es si Grecia puede seguir en el Euro en estas condiciones, quizás lo primero que se hizo mal fue la manga ancha para acceder al Euro y lo siguiente ha sido no establecer una convergencia real tanto económica, como fiscal y financiera más acelerada.
También creo que España es uno de los países al que más le interesa la Unión Europea; por las buenas y, a veces, por las malas, hemos mejorado mucho desde que estamos en Europa.