José Barta Juárez. 10 de agosto 2022
Si un cliente me pidiera que resumiera, en una frase, la esencia del arte de gestionar una empresa, no tendría la menor duda: ¡Sé consciente de la realidad!
Supongo que algo similar diría, en su campo, un educador, un médico, un ingeniero, unos padres de familia…
El empresario que no busca conocer a fondo la realidad puede gozar de momentos de fortuna, pero tiene sus días contados.
El pasado día 18 de marzo publiqué, en mi blog en Idealista News, un post titulado “Comprar o vender ahora, así incide la crisis en la vivienda”, en el que anticipaba el cese de compra de deuda estatal por parte del BCE, para este verano, y la posterior subida de los tipos de interés. Mi argumento principal fue la situación de Alemania, líder de la economía europea y paradigma en materia de política monetaria, que marcará las decisiones del BCE.
La subida acordada por el Consejo de Gobierno del BCE el pasado 21 de julio, que se ha concretado en 50 puntos básicos (0,5%), supera las previsiones que anunciaban la mayoría de los analistas; personalmente me ha parecido escasa, desde la perspectiva apuntada en el párrafo anterior, por lo que apuesto a que no será la última, ni la más importante.
El próximo 8 de septiembre se vuelve a reunir el Consejo de Gobierno del BCE, y no dudo de que se producirá una nueva subida. La pregunta del millón es realmente ¿hasta donde pueden llegar las subidas de los tipos de interés del euro?
El BCE se crea con un mandato concreto: dotar de estabilidad al sistema monetario, controlando férreamente la inflación. Este mandato es consecuencia de la experiencia derivada del exitoso desarrollo económico alemán en los años 50, en contraste con el desastre de las políticas monetarias francesas e italianas, a las que se asimila España.
El pasado 22 de julio, ya conocida la subida del tipo al 0,5%, se publicaba una entrevista con Joachim Nagel, Presidente del Deutsche Bundesbank, realizada por Jan Mallien y Frank Wiebe, para “Handelsblatt”, en la que el entrevistado remachaba que “garantizar la estabilidad de precios a medio plazo es clave. La normalización de la política monetaria, y por ende también el proceso de aumento de las tasas de interés debe continuar. Los pasos que tomemos y la medida en que aumentemos las tasas de interés estarán determinados por los datos.” La realidad es que, en la historia del Euro, actualmente vivimos la inflación más alta con los tipos de interés más bajos, como se puede apreciar en los dos gráficos que incorporo a continuación.
Las tasas de interés del euro se mantuvieron por encima del 2% desde su creación hasta mayo del 2009. Alcanzaron su máximo entre octubre del 2000 y junio del 2003, periodo durante el que se llegó al 4,75%, cayendo el 6 de junio de este año al 2%, tasa que se mantuvo hasta el 9 de julio del 2008, fecha en la Jean-Claude Trichet (que fue Presidente del BCE desde el 1 de noviembre de 2003 hasta el 31 de octubre de 2011) la hizo repuntar temporalmente hasta el 4,50%, en una imprudente decisión que pronto debió rectificar (el 7 de mayo de 2009 se redujo al 1%). A partir de este momento se mantuvo baja, sin sobrepasar el 1,5%, hasta que llegó Mario Draghi a la Presidencia, con su disparatada teoría económica de “el dinero no vale nada, cuesta dinero” y bajó el tipo de interés al 0%, con lo que no logró mejorar la productividad media empresarial, algo que precisa otro tipo de apoyos por parte del sector público, y si ayudó a corregir errores de gestión cometidos por las grandes corporaciones, así como abaratar la deuda pública, y con ello disparar el déficit público en países tan poco rigurosos como España, favoreciendo la presencia de gobiernos intervencionistas y manirrotos.
Comparemos ahora la evolución de los tipos de interés con la inflación, dado que es el argumento principal para su gestión. La inflación media, en la zona euro, alcanzaba el 2% en el año 2000, subiendo en el 2008 hasta el 3,9% anual. Esta era la máxima inflación sufrida por la eurozona en su corta historia, hasta el pasado año; no parece que, salvo en el 2008, la correlación entre IPC y Tipos de interés esté clara.
Actualmente hemos alcanzado, en junio, un incremento de IPC del 8,6% (Alemania el 8,2% y España el 10%). Ahora sí que han saltado todas las alarmas, el descontrol de precios está servido; así lo piensan especialmente los gestores alemanes, que son los que importan.
El pasado día 4 de julio, Joachim Nagel, en su discurso de apertura en la “Cumbre Eurofinanciera de Fráncfort”, llegó a reclamar la atención sobre las acciones realizadas por la Reserva Federal de Estados Unidos en 1980, que “elevó su tasa de interés al 19%, nada menos, aceptando voluntariamente el costo de dos recesiones severas. Las expectativas de inflación se habían desanclado en ese momento, y solo las tasas de interés extremadamente altas ayudaron a frenar la inflación galopante. No queremos llegar a ese punto. Es por eso que debemos actuar de manera oportuna.”
¡No queremos llegar a ese punto! Parece una amenaza poco sutil. ¿Cuál será la manera oportuna de actuar, para el señor Nagel, y con él para el resto de los 26 miembros del Consejo de Gobierno del BCE, entre los que se encuentra el exministro español Luis De Guindos? Pues les voy a dar la respuesta que remarcó Nagel en dicho discurso: “El número de pasos posteriores que tendremos que subir en la escalera de tipos de interés dependerá de las perspectivas de inflación a medio plazo. Si esto no mejora, en mi opinión, sería completamente apropiado un aumento de la tasa de interés más considerable.“
¿Llegaremos, incluso superaremos el 4%, como sucedió en la primera década del 2000? ¿Aun cuando las actuales razones de la inflación pudieran ser debidas a desabastecimiento y crisis energética? Pues no lo descarto, si bien lo que tenemos prácticamente cantado es que nos acercaremos al 2%.
Cabe esperar, por consiguiente, una firme determinación en corregir la inflación con una elevación de tipos de interés, que recortará la inversión y el consumo. Las consecuencias de esta decisión serán mucho más graves en un país como España, con el segundo desempleo juvenil más grave de la Unión Europea, detrás de Grecia; con un salario medio por debajo de la media de la Unión Europea; con una economía que depende extraordinariamente del consumo, como es el turismo y la restauración; y con una casta gobernante que ha decidido desarbolar de recursos propios energéticos al país, haciéndonos dependientes de las compras de derivados fósiles a terceros, en detrimento del crecimiento económico y del bienestar de nuestros conciudadanos.
Esta es la realidad que deberán afrontar las empresas de la zona euro, especialmente las españolas, a corto-medio plazo, y convendrá prepararse para ella.
Sobre las nuevas condiciones que el BCE impondrá para mantener la compra de deuda estatal, en aquellos países en los que se dispararía la prima de riesgo, como es el caso de España, trataremos en el próximo post.