José Barta. 18 de abril 2020
Si a Pedro Sánchez le preguntáramos a que otro líder político internacional considera su mayor antagonista ideológico, sin duda señalaría al Presidente de USA, Donald Trump. Singularmente la crisis del Covid-19 ha unido a estos dos personajes, aparentemente irreconciliables, al adoptar similares actitudes y decisiones, o ausencia de decisiones, en el ejercicio de su Poder frente al Covid-19.
Como no soy tertuliano televisivo, intentaré fundamentar mi afirmación.
Ambos presidentes estaban apercibidos con antelación de lo que se avecinaba; en diciembre tenían información suficiente de lo que estaba sucediendo en China a través de los servicios de inteligencia en las respectivas Embajadas (no quiero especular con fechas anteriores ni con cauces propios del espionaje, por entender que no son necesarias para justificar la falta de decisiones tácticas). El 31 de diciembre de 2019 China reconoce un conglomerado de casos de neumonía en Wuhan (provincia de Hubei), causados por un nuevo coronavirus.
El 10 de enero de 2020 la OMS publica en línea un amplio conjunto de orientaciones técnicas, con recomendaciones para todos los países, sobre el modo de detectar infectados, realizar pruebas de laboratorio y gestionar los posibles casos, destinadas principalmente a proteger a los profesionales sanitarios.
La comunidad de inteligencia de Estados Unidos, por su parte, también advirtió a Trump, que rechazó esta advertencia estratégica. Pedro Sánchez no tuvo dicha información, dada la falta de inteligencia de su comunidad, pero sí la de la OMS. El día 13 de enero, ambos presidentes tuvieronlaconfirmación oficial de un caso de COVID-19 en Tailandia, el primero registrado fuera de China.
Trump y Sánchez, el 30 de enero, reciben la información de que la OMS declara que, el brote por el nuevo coronavirus (2019-nCov), constituye una ESPII (Emergencia de Salud Pública de ámbito internacional). Es la sexta vez que la OMS declara una ESPII desde la entrada en vigor del Reglamento Sanitario Internacional (RSI) en 2005. Ni en USA ni en España se constituye ningún comité de expertos para su seguimiento.
Del 16 al 24 de febrero viajan a Beijing, Wuhan y otras dos ciudades chinas, una misión conjunta OMS-China, en la que participan expertos de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Japón, Nigeria, República de Corea, Rusia y Singapur. Los responsables sanitarios de España o no se enteraron, o no les pareció relevante.
Finalmente, el 11 de marzo, profundamente preocupada por los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad y por su gravedad, y por los niveles también alarmantes de inacción, la OMS determina en su evaluación que la COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia.
Ni Trump ni Sánchez consideraron conveniente fabricar e importar suficientes kits de prueba, para adelantarse al virus y contener la propagación de la pandemia. Tampoco estimaron conveniente fabricar o importar suficiente equipo de protección personal (PPE) para proteger a médicos, enfermeras y resto de personal sanitario, a los que pusieron en grave peligro, enviándoles a combatir indefensos contra la enfermedad, tampoco estimaron necesario alertar sobre la reserva de geles desinfectantes, mascarillas quirúrgicas, ni guantes para el resto de la población.
Para que hablar de adquisición de ventiladores, probablemente ni siquiera sabían con los que podrían contar. Creo que Sánchez y su equipo todavía no lo saben.
El resultado ha sido la perdida de semanas criticas, que nos han situado a españoles y norteamericanos irremediablemente detrás de la curva de propagación y miles de vidas se han perdido innecesariamente. Una de las diferencias entre ambos países, no entre sus gobernantes, a este respecto, es la mayor y más rápida capacidad de reacción de la industria norteamericana, frente a la española, para recuperar posiciones.
Para justificar su inoperancia Trump ha responsabilizado a China y a la OMS, así como a los responsables de los distintos Estados, de manera similar Sánchez, para justificar la suya, ha responsabilizado a la oposición y a la irresponsabilidad de los ciudadanos, así como a los Gobiernos Autonómicos. Ambos exigen unidad y adhesión ciega a su gestión.
Mientras, en USA y España, seguimos sin equipos de protección suficientes, UCIs colapsadas (en nuestro país es esta la realidad que oculta la portavocía oficial) e insuficiencia de tets, imprescindibles para conocer la situación real del grado de infectación de la sociedad, así como de fallecidos por dicha causa.
Dos matices diferencian el común caminar:
El primero es que mientras los asesores de Trump son profesionales expertos, altamente cualificados, a los que su Presidente desautoriza en público para proclamar sus estupideces y falsedades, los asesores de Sánchez tienen la misma profesionalidad y rigor que él, por lo que no tiene necesidad de desautorizarlos para decir similares estupideces y falsedades.
La segunda son las consecuencias económicas de sus respectivas políticas, que están llevando a Estados Unidos a la perdida del liderazgo político y económico mundial, y a España a una ruina difícilmente salvable sin quedar a merced de terceros por muchas décadas.