José Barta; 25 de junio 2016
Justificación:
¿Qué es lo que sucede con la economía?¿Por que no da respuestas a la realidad de las personas, de la Sociedad? Estas preguntas resuenan en nuestros oídos desde hace bastantes años, pero se han agudizado durante el último quinquenio, a raíz de los sacrificios que han impuesto los gestores de la última crisis financiera.
Estas preguntas que se realizan sobre el sentido de la actual gestión económica se podrían extrapolar perfectamente al ámbito de las instituciones políticas, académicas, medios de comunicación, organizaciones obreras y patronales, … en definitiva a casi todas las instituciones que conforman la realidad social, incluida la familia en su sentido actual, tan alejado del primigenio.
Y lo que sucede es que, desde hace muchas décadas, estamos asistiendo a las consecuencias de una paulatina e ininterrumpida pérdida de valores convivenciales, que se corresponden con la corrupción del paradigma antropológico que fue origen de la civilización que mejor servicio prestó, a lo largo de la Historia, al progreso, la libertad y la responsabilidad de la persona.
La economía no es en absoluto ajena al cambio de valores, a la nueva interpretación del ser persona, ya que no deja de ser más que la ordenación de los mismos y su manifestación en el ámbito de la empresa, del mercado, de las Instituciones y de los procesos económicos y societarios.
Los valores éticos de la sociedad y de la acción económica tienden a identificarse necesariamente, dado que, en primer lugar, son las mismas personas las protagonistas de ambas y en segundo lugar, la economía se desarrolla en el seno de dicha sociedad, con lo que comparte valores con ella No hay economía eficiente si no es conforme a la ética. Ambas, ética y economía se conforman mutuamente.
Es esta la razón por la que la corrupción (o la regeneración) de la sociedad se corresponde con la corrupción (o la regeneración) de la acción económica, y viceversa.
Y este es un dato de especial relevancia para el proyecto que nos anima.
Apoyándonos en el Dr. Karl Homann (La calidad moral de la economía de mercado. IDOE. Documentos a debate, nº 75, enero 2016), entendemos que la Economía de Mercado “solo se puede justificar” en la medida en que contribuye a incrementar la libertad y el respeto por la dignidad de cada individuo, al tiempo que fomenta la solidaridad entre todos los seres humanos.
A ninguno se nos escapa el papel que la familia juega (y debe jugar) en el desarrollo de una Sociedad sana; el principal problema con el que nos debemos enfrentar hoy en día, es el de la grave degradación que el concepto de familia ha sufrido, y sigue sufriendo, que afecta al “sentir” propio de la mayoría de ellas. Parafraseando a San Juan Pablo II tendríamos que gritar ¡familias, volved a ser lo que erais, lo que estáis llamadas a ser! Pero la experiencia muestra que este es un proceso lento. La Sociedad actual se ve controlada por ideas e intereses que, desde el ámbito de la política al de la economía, actúan en contra de cualquier proceso regenerativo. De aquí la extraordinaria importancia que para la recuperación de los valores convivenciales, adquiere la acción en, y desde, el ámbito empresarial.
“La empresa es un factor, seguramente el más importante, de socialización; y, correlativamente, también es un factor, seguramente el más importante o de los más importantes hoy, de culturalización”; (por esto), “hablar de cultura de la empresa no es ponerle una guinda a la empresa. Hablar de cultura de la empresa es resolver el problema social básico” (Leonardo Polo. Seminario Empresa Humanismo. Coloquio en las Jornadas sobre la cultura de la empresa. Pamplona 6.II.1987).
La percepción de la empresa como instrumento de regeneración social, unido a la búsqueda de la mayor eficiencia de los recursos disponibles, junto a la urgencia de los fines propuestos, condicionan nuestro ámbito de actuación inicial al segmento de empresarios, no meramente directivos, de medianas empresas, así como de empresas familiares, independientemente de su dimensión, en la convicción de que son el colectivo que mejor pueden comprender estos fines, así como los que reúnen un mínimo de capacidad (recursos) para apoyarlos. Pequeñas empresas y autónomos, en la medida en que se vayan beneficiando de nuestro progreso se irán incorporando. No nos cerramos, en ninguno de los casos, a las grandes empresas pero admitimos que pueden ofrecer más dificultades para asimilar la cultura que caracteriza a la ESM.
Principios inspiradores de un nuevo modelo:
- – Como el fin último de toda actividad humana debe ser el desarrollo integral de la persona también en la actividad económica se ha de procurar ser consecuente con dicho fin que lógicamente se encuentra en la dimensión societaria.
- – Es preciso impulsar el desarrollo de la cooperación entre las personas incidiendo en los procesos económicos y empresariales, así como en la configuración de las Instituciones (bien común) con lo que se crean las bases de los procesos económicos: la coordinación entre personas e Instituciones con los consiguientes impactos en los “costes de coordinación”.
- – Se persigue el logro de este fin último con eficiencia en la utilización de los recursos escasos (productividad) en base a la innovación merced al conocimiento. Este es el factor determinante tanto del desarrollo integral de la persona, de su cooperación, así como de la economía y de sus Instituciones.
- – Exige otra forma tanto de desarrollo del management como del “modelo de negocio”, tanto en su proceso interno de la empresa como en relación con su entorno con la Sociedad. Este es el “valor societario de la empresa” clave de su éxito y a largo plazo, en su propia dimensión generacional.