Raphael Benatar y yo somos amigos desde hace muchos años, casi más de los que él tiene, dado que es bastante más joven que yo.
Su participación en el III Encuentro no ha sido debida a su Cargo de Secretario General y Portavoz de la Federación judía de Madrid, o al de Secretario del Centro de Estudios judeocristianos, puestos que desempeña con admirable competencia y que dan imagen de su prestigio social.
Raphael ha estado presente en el III Encuentro por que desde su actividad profesional, siempre a luchado por la construcción de entornos urbanísticos y residenciales al servicio de las personas, facilitando el encuentro y comunicación entre las distintas personalidades que constituyen un conjunto social.
Su conferencia fue fruto de su experiencia y de su reflexión intelectual, y es como una declaración de intenciones para su futuro actuar profesional.
Le estoy extraordinariamente agradecido por haber sacado tiempo, de su apretada agenda, para compartir durante unas horas su experiencia con nosotros.
COMIENZO INTERVENCIÓN RAPHAEL BENATAR EN EL III ENCUENTRO JUDEO CRISTIANO:
“Ticun olam. Reparar el mundo.
El judaísmo, independientemente de su interpretación religiosa o como cultura laica, contiene la exigencia de un profundo compromiso de preservación del mundo y de reparación de sus daños. Ticun olam, expresión de la que se tiene constancia escrita ya en el siglo III (dC), recoge dicho mandato de orden moral.
Es por este motivo por el que la protección y regeneración de la naturaleza en general, y del hábitat humano en particular suponen una preocupación (y una actividad) permanente en la vida del judío.
Como se ha comentado en anteriores intervenciones, el hábitat, el hogar en sentido material, ocupa una posición destacada en la formación del ser humano, tanto respecto a su desarrollo físico, como en relación con su desarrollo psíquico y espiritual.
Quisiera centrar mi intervención en el hábitat urbano, dado que en la actualidad es en el que mayor número de personas viven y se desarrollan, y por ello en el que mayor número de problemas surgen. La ciudad se ha convertido en el paradigma de La producción, del consumo y de la distribución, y por ello del futuro de la sociedad occidental (y asimiladas, como las grandes ciudades asiáticas)”
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