José Barta, 15 de julio 2015
Es sobradamente conocido el rotundo fracaso que Rajoy y De Guindos cosecharon, el pasado lunes, al aspirar a la Presidencia del Eurogrupo para este último. Jeroen Dijsselbloem fue reelegido por una muy importante mayoría de votos, a pesar de la importante campaña dirigida por Rajoy, a favor de su Ministro.
Desde que nos gobierna la actual caterva de “brillantes” funcionarios en excedencia – y asimilados – no hemos cesado de perder peso en la política comunitaria (en el 2012 perdimos presencia en el Consejo de Gobierno del BCE), teniendo España la cuarta economía más importante de la misma y, al menos, dos de los más importantes Bancos mundiales.
Asistimos actualmente a “la hora de las escusas”. Quizás la más asombrosa, por el momento, sea la del irreflexivo Portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, que ha responsabilizado al líder socialista del fracaso de la candidatura de De Guindos, con lo que atribuye al PSOE un peso, en la Unión Europea, muy superior al de su partido, a pesar de detentar el Gobierno de la Nación.
En mi opinión la causa esta bien clara, y así lo expreso en el título de este artículo, en el que parafraseo a Quinto Servilio Cepión ( aprox. año 139 a.C.), al justificar su orden de ajusticiar a los asesinos de Viriato, cuando se presentaron ante él pretendiendo cobrar dicho “servicio”, que tanto beneficiaba a los intereses de Roma.
Tras la sistemática sumisión de este Gobierno ( y de este Ministro) a los intereses financieros de Alemania y Francia, que les ha llevado a sacrificar al menos a dos generaciones de españoles, ocasionándoles la mayor pérdida (porcentual) de renta neta disponible de toda la economía del euro, con la eliminación, entre otros, del derecho universal a la asistencia sanitaria gratuita (pregúntele a los autónomos españoles desempleados, sin poder seguir cotizando, que nunca cobraron el desempleo), ¿quién en su sano juicio se fiaría de ellos para defender sus intereses? Siempre puede llegar alguien más poderoso (¿EEUU, China, etc.?) con quien se pudieran sentir animados a repetir la jugada.
Soy un convencido de la racionalidad en la toma de este tipo de decisiones, y la explicación que les aporto me parece la más razonable.
El señor De Guindos tendrá que esperar a ser recompensado, cuando cese de Ministro, por aquellos que fueron los beneficiarios últimos de su política: las grandes multinacionales financieras. Estas sí propician este tipo de comportamientos; naturalmente sin asumir riesgos, retribuyendo con cargos más representativos que ejecutivos, que no estamos para bromas.