José Barta; 19 de mayo 2015
Dos matices previos: a) la menor frecuencia de mis post, es a causa de que tengo poco que añadir a lo dicho hasta hoy; se repiten una y otra vez las estadísticas manipuladas, o insuficientes; b) cuando hablo de desmentir lo insinuado por Rajoy es en parte un eufemismo ya que él mismo, con una actitud indigna, afirmaba y negaba dicha afirmación, en una especie de juego infantil, en el que una parte importante de la sociedad española se limita a sufrir las consecuencias.
Si en su reciente “tonteo”, el Presidente Rajoy dejó “escapar” que bajaría el IVA, su palabra vale lo que habitualmente ha valido.
Quizás baje el IVA a algún tipo de producto o servicio de consumo mínimo, el grueso de los bienes y servicios sujetos a este impuesto se mantendrán con el actual.
Esto es debido a la imposibilidad matemática de reducir la carga impositiva actual sin acometer aquellas reformas que se han obviado para eliminar definitivamente el déficit público.
Y es que tras aumentar los impuestos y reducir las prestaciones sociales no se ha logrado equilibrar la contabilidad pública, por razones difícilmente justificables, como son los intereses de partido.
A continuación muestro un gráfico en el que se aprecia la evolución del Déficit Público, así como de las Deudas Pública y Privada, en los que se aprecia como si bien el sector privado (empresas no financieras y familias) se han ajustado en gastos reduciendo deuda, el sector público ha seguido tirando con “pólvora del rey”, con el consiguiente incremento de su Deuda. Incremento cuya autentica dimensión se ha falseado en parte con maniobras contables, como el mantenimiento del valor de muchos activos de la SAREB por encima de su precio de mercado, lo que repercutirá a medio-largo plazo en la ejecución de los avales comprometidos por el Estado en dicha empresa.
Para su mejor comprensión adjunto la Tabla con los valores correspondientes, en millones de euros.
Los datos se han obtenido del Boletín Estadístico del Banco de España (abril 2015), siendo elaborados por José Barta