José Barta; jueves 31 de julio 2014
El 19 de julio de 2010, en un post que titulé La superstición del Producto Interior Bruto , ponía de manifiesto el excesivo valor que ya entonces se concedía al PIB, dada la cada vez más alejada relación entre la realidad económica de un país, especialmente la de las familias y las pequeñas empresas, y este instrumento de medición de la riqueza.
Este descredito, además de por los factores que en dicho artículo comento, se agrava por causa del desequilibrio de la riqueza entre las distintas colectividades que protagonizan la acción económica en cada país objeto de estudio. Esto es característico de los países subdesarrollados, o en vías de desarrollo económico, y tiene mucho que ver con la libertad de sus ciudadanos.
En España el continuo crecimiento de la riqueza, en este periodo de crisis, de las grandes fortunas, de las grandes corporaciones, así como de gran parte de la clase política situada en esferas de poder, desfigura la realidad económica, compensando estadísticamente la pérdida de poder adquisitivo de la gran mayoría de los ciudadanos, que constituyen la clase media, cada vez más baja.
El crecimiento del PIB en un país con grandes desequilibrios sociales (el alto paro es un indicador de dicho desequilibrio) resulta insostenible en el tiempo, sin graves pérdidas de derechos y libertades para la mayoría de los ciudadanos.
Nuestros gobernantes, junto con los oligócratas comunitarios, han logrado la cuadratura del círculo en economía, al fusionar principios liberales y socialistas, dado que son defensores acérrimos de la no intervención en los mercados (ni para defenderlos de los oligopolios), al tiempo que socializan las pérdidas de los errores que cometen las grandes corporaciones (en especial las financieras) en esos mismos mercados. El nombre técnico de este nuevo sistema económico se denomina “explotación del pequeño consumidor-contribuyente”
Sin perjuicio de que, si lo desean, accedan al artículo mencionado inicialmente, a través del enlace situado en el título, a continuación les copio tres de las características que desarrollé en 2010, como impropias de un adecuado instrumento de medición.
“Como curiosidad sobre la ausencia de relación entre PIB y calidad de vida me gustaría reseñar una cuarta característica que hace que se incremente el PIB, como es el aumento de delincuencia, el abandono de niños, o el incremento de violencia de género.
Una quinta característica es la de que el PIB no tiene en cuenta la distribución de ingresos, por lo que no refleja en absoluto la realidad social. Podemos poner algunos ejemplos históricos como el crecimiento del PIB en la Alemania nazi de la Segunda Guerra mundial, donde una parte importante de la producción fabril de armamento se realizaba con prisioneros (esclavos) de diversa procedencia. En el caso español, nos encontramos con que la caída del PIB no refleja el gran drama de un paro en torno al 20% de la población activa, del que sabemos que se ha cebado principalmente en trabajadores temporales y en el sector de la construcción, entre otros datos significativos, por lo que debemos deducir fuertes desequilibrios internos, en cuanto a la distribución de la renta.
En sentido contrario tendríamos una sexta característica por la que no se valoran los trabajos que no se ajustan a lo regulado en el mercado, y sin embargo es autentico trabajo generador de servicios y productos. Tal sucede con la labor de las amas de casa, o la de los familiares cuidadores de personas dependientes, como son niños y ancianos, o de los familiares del pequeño empresario o el autónomo, que le ayudan puntualmente. Podríamos encontrarnos con que una persona que contrae matrimonio con otra, para la que antes trabajaba, si sigue realizando trabajos similares, pero, por acceder a la propiedad, deja de estar dada de alta como empleada, contribuirá a la caída del PIB.”
La superstición del Producto Interior Bruto , José Barta. 2010