José Barta; 16 de septiembre 2013
En la mañana de hoy mantuve un breve cambio de palabras, en el programa Primera Hora, de Gestiona Radio, con Carlos Espinosa de los Monteros, Alto Comisionado de la Marca España.
No puedo ocultar que es alguien al que aprecio, dado que me parece un magnífico profesional y una excelente persona.
Su intervención ha comenzado con una denuncia del derrotismo de aquellos que, según él, solo vemos el vaso medio vacío. En ella se le ha llenado la boca de Prima de Riesgo.
En cuestiones de parentesco financiero prefiero no entrar, pero cuando las charlas de alcoba se utilizan como argumentos de razón, pueden oscurecer la realidad socio económica, y me veo impelido a matizar.
La Prima de Riesgo es un indicador financiero que poco tiene que ver con la economía real de un país; ni siquiera con la situación de su mercado financiero interno.
La Prima de Riesgo tiene que ver con el riesgo de insolvencia o morosidad de dicho país, así como con su popularidad financiera internacional (relación volumen oferta de deuda y volumen demanda de inversores – léase prestamistas -).
Y es que la Prima de Riesgo de un país tiene que ver con los préstamos, no con las inversiones, que se le hacen al país en cuestión.
España ofrece garantías más que suficientes para los inversores, por exigentes que fueren, dado que incluso a llegado a modificarse nuestra Constitución para anteponer los requerimientos de los cobro de los acreedores financieros – si se produjeren – a los salarios de los funcionarios, a las prestaciones a los pensionistas, a los gastos de sanidad y, por supuesto, a cualquier tipo de pago que se debiera realizar a proveedores de bienes o servicios para la Administración Pública.
¿Más garantías? ¿Cómo no nos pidan nuestra carne – ¡y nuestra sangre! –, para no cometer el error que cometió Shylock, el personaje Shakespeariano, al reclamar la garantía de su préstamo?
¿Entonces que mueve nuestra Prima?, pues nada menos que la tensión entre los inversores en cuanto sus expectativas internas de rendimiento, que es lo mismo que les mueve respecto a la Deuda Alemana. La diferencia estriba en que los grupos financieros interesados por España son muchos menores, y las tensiones entre ellos se equilibran a un coste mayor para nosotros.
Aclaradas las cosas ¿tiene incidencia la Prima en la Marca España?, naturalmente, como muchos otros elementos, pero su peso, en cuanto a lo que a este país le interesa (inversiones no financieras) es bastante menor que el del fraude de los EREs, los desahucios, las “extrañas sentencias” de algunas instituciones judiciales, los “negocios con las Administraciones Públicas” con el mero recurso de un apellido “relevante”, los procesos secesionistas, y así un largo numero de etcéteras que cuestionan la seguridad jurídica, la seriedad administrativa, y – lo más relevante – la solvencia moral de nuestros líderes políticos y empresariales.
Sinceramente, no entiendo muy bien que hace Carlos Espinosa de los Monteros en ese alto Comisariado. Y no lo entiendo desde una doble perspectiva: la de sus competencias reales de acción en, y desde, la Administración pública española; ni tampoco lo entiendo – salvo como sacrificio baldío – desde la de aportar su indiscutible prestigio profesional a una aventura que, a todas luces, carece de futuro.