José Barta. 9 de enero 2023
Con el título “Visión general sobre el futuro de la economía en la zona euro”, el BCE publicaba, el pasado mes de diciembre 2022, un informe que corregía ligeramente al alza los elaborados pocos meses antes, en el que se analizaban pormenorizadamente las razones de la alta inflación en el ámbito de la UE, adelantando las previsiones a corto y medio plazo, apuntando al segundo semestre del 2025 para la recuperación de la normalidad (inflación controlada en el 2%).
En el mismo encontramos un buen resumen de sus conclusiones “se espera que la inflación disminuya de un promedio de 8,4 % en 2022 a 6,3 % en 2023, con una caída de la inflación de 10 % en el último trimestre de 2022 a 3,6 % en el último trimestre de 2023. Luego se espera que la inflación disminuya a una media del 3,4% en 2024 y del 2. 3% en 2025. La disminución de la inflación durante el horizonte de proyección refleja fuertes efectos de base a la baja relacionados con la energía a lo largo de 2023, el impacto gradual de la normalización de la política monetaria del BCE que comenzó en diciembre de 2021, las perspectivas de crecimiento más débiles y el supuesto descenso de los precios de las materias primas energéticas y alimentarias, en consonancia con los precios futuros, así como el supuesto de que las expectativas de inflación a más largo plazo se mantendrán ancladas. Se espera que la inflación general caiga hasta el objetivo de inflación a medio plazo del BCE del 2 % en el segundo semestre de 2025, mientras que la inflación medida por el IAPC, excluidos la energía y los alimentos, se mantendrá por encima del 2 % a lo largo del horizonte. Esta persistencia se debe a los efectos indirectos retardados de los altos precios de la energía y de la fuerte depreciación del euro en el pasado (a pesar de la ligera apreciación reciente), así como por mercados laborales sólidos y efectos de compensación de la inflación en los salarios, que se espera que crezcan a tasas muy por encima de los promedios históricos en términos nominales (aunque en términos reales se mantendrán por debajo de los niveles observados antes de la guerra en Ucrania durante todo el horizonte de proyección).”
El siguiente cuadro nos muestra sintéticamente las Proyecciones de crecimiento e inflación para la zona del euro hasta el 2025
Uno de los problemas que afectan a los países miembros de la eurozona es que sus tasas de inflación son muy divergentes. Actualmente en España, Francia y Malta, tenemos las menores tasas, principalmente porque los precios de la energía han sido fuertemente limitados por medidas políticas, mientras que los países bálticos sufren las más elevadas. Esto no facilita las cosas para la política monetaria. Técnicamente las medidas para unos y otros debieran diferir; pero esto no es posible, no se pueden establecer diversos tipos de interés oficial para el Euro, en función del país de uso. Por esta razón, las medidas que se están adoptando, y se seguirán adoptando, beneficiarán más a unos que a otros, incluso podrían llegar a perjudicar a algunos. So capa de que el Consejo de Gobierno del BCE no puede conducir la política monetaria para países particulares, debiéndola configurar para satisfacer los intereses de la zona del euro en su conjunto, dado el peso que la economía alemana tiene en la economía real de la eurozona, el país de referencia para la adopción de medidas de política monetaria ha sido, y seguirá siendo, Alemania.
Debemos por ello preguntarnos cuál es la situación en Alemania. El 16 de diciembre del pasado año, el Bundesbank hacía público un informe; sus expertos esperan que el producto interno bruto alemán (PIB) caiga un 0,5 % en 2023, después de haber crecido cerca del 1,8 % durante 2022. Según sus previsiones la economía alemana volverá a crecer un 1,7 % y un 1,4 %, en 2024 y 2025 respectivamente. Las cifras macroeconómicas de producción podrían alcanzar su velocidad de crucero en 2025.
Respecto ala tasa de inflación, medida por el Índice Armonizado de Precios al Consumidor (IPCA), en dicho informe se estimaba un 8,6% para el año 2022. Para el año en curso se espera una caída a 7,2%, también por el freno de precios de la electricidad y el gas del gobierno. Posteriormente, la tasa de inflación seguirá cayendo, hasta el 4,1 % en 2024 y, finalmente, hasta el 2,8 % en 2025. La tasa del IAPC, excluidos la energía y los alimentos, aumentará inicialmente ligeramente hasta el 4,3 %, durante 2023. Cayendo al 2,9 % en el 2024 y al 2,6 % en el 2025. Para el Bundesbank, el aumento de precios seguirá siendo alto a medio plazo, debido principalmente a la presión esperada del aumento de los costos salariales.
La previsión de que Alemania supere, aunque ligeramente, el 7 % de inflación, a lo largo del presente 2023, se está viendo confirmada por las pretensiones de las negociaciones salariales iniciadas principalmente en el sector industrial. Si bien las expectativas son las de llegar a acuerdos por debajo de la inflación real, contribuirán a prolongar por mayor tiempo la resistencia a una caída importante de la misma. Otro factor a tener en cuenta es la necesidad surgida de reestructurar sus cadenas de suministro y hacerlas más resistentes. No podemos olvidar que la incertidumbre relacionada con la guerra, sobre los costes de la energía y la ruptura de stocks, está teniendo un impacto particularmente fuerte en la economía de este país.
Si algo tienen claro los expertos alemanes, comenzando por los que trabajan en el Bundesbank, es que se puede afirmar con certeza que la alta inflación no volverá a desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, y es esta la “certeza” que han logrado imponer entre los miembros
El siguiente cuadro nos da una visión rápida de dichas previsiones:
Desde la creación del euro tengo claro que el conocimiento de la economía alemana y de sus criterios rectores, es lo que permite anticipar las futuras políticas monetarias del BCE. Es esto lo que me permitió adelantar a primeros de marzo del 2022, en un artículo publicado en mi blog en Idealista New, la retirada de compra de deuda por parte del BCE, la posterior subida de los tipos de interés y el incremento de la prima de riesgo para países como el nuestro.
Según su actual presidente, Joachim Nagel, “en la historia del Bundesbank, ha habido tres períodos en los que los tipos de interés subieron de forma muy acusada en un breve espacio de tiempo: dos en la década de 1970 en el contexto de las dos crisis del petróleo, y uno a principios de la década de 1990, cuando la inflación repuntó con fuerza en la estela del boom de la reunificación. Esta respuesta puede haber frenado el crecimiento y provocado un aumento del desempleo, pero el Bundesbank logró reducir la inflación nuevamente. La forma en que se desarrolla una política monetaria restrictiva siempre dependerá en parte del estado de la economía y de lo que está impulsando la inflación. Es importante si la inflación está siendo impulsada más por factores de demanda o de oferta, por ejemplo. O si está siendo influenciado más por las presiones de los precios internos o por los acontecimientos mundiales. Actuar con demasiada vacilación ahora por temor a ahogar la actividad económica sería un curso de acción incorrecto.” (Discurso en el Consejo Económico de la CDU 28-11-2022. Waldbronn).
Los tipos de interés seguirán subiendo, si bien más moderadamente, y se mantendrán altos hasta finales del 2025, si es que para entonces se ha conseguido reducir la inflación por debajo del 2 %, si no fuera así, se mantendrán altos hasta lograrlo.
¿Qué consecuencias puede tener esta política monetaria sobre nuestra economía? Eso es materia para otro post, por el momento nos basta con saber que el déficit público español es disparatado frente al de Alemania, incluso frente a la media de la eurozona, y que nuestra deuda es de las más altas de la Unión Europea, con escaso margen de maniobra fiscal y altas expectativas de empobrecimiento para una parte importante de nuestras familias.