¿Alguien se ha parado a reflexionar sobre el enorme paralelismo que, de la mano de los reformadores de la originaria Comunidad Económica Europea, se ha dado a los órganos de gobierno de la Unión Europea?
A imitación del sistema soviético, en la que los ciudadanos sólo podían elegir un Soviet Supremo, carente de poder real, mientras el poder ejecutivo se centraba en el Politburó, en la deriva totalitaria de la UE, los ciudadanos podemos elegir democraticamente un Parlamento que pinta poco, mientras que la Comisión, sin elección ni control popular alguno, ostenta el poder real.
En respuesta a mi pregunta, somos muchos los que llevamos decenios denunciando esta deriva totalitaria, vendida como pragmatismo tecnocrático, pero sin la menor repercusión en la opinión publica, en parte por la ignorancia de la mayoría de los responsables de los medios de comunicación, en parte por los intereses económicos creados al respecto.