José Barta; 9 de noviembre 2020
Sinceramente me cansa el cenutrio debate que nuestros políticos mantienen sobre el español en España.
Ahora se quiere eliminar el principio de que el español, legua común, por ello vehicular, de todos aquellos que vivimos en este maltratado país, sea vehicular, es decir común. Pronto, algún tarado, de los muchos que ocupan cargos electos en nuestras instituciones, descubrirá, gracias a Wikipedia, el esperanto, y lo propondrá como alternativa de comunicación entre nuestros conciudadanos.
El castellano, hoy derivado en español perdiendo parte de sus singularidades, se impuso como lengua vehicular en el Continente Americano, facilitado por la unidad administrativa del Reino de Castilla y la pluralidad de lenguas locales, con escasa o nula proyección fuera de su ámbito. Nunca se impuso, se asumió, prueba de ello es que son muy numerosos, todavía hoy, los pequeños núcleos poblacionales con lengua propia.
Actualmente, según la UNESCO, el español es la cuarta legua hablada en el mundo, tras el chino, el inglés y el Hindi, si bien según Ethnologue es la tercera lengua a nivel mundial, tras el chino mandarín y el inglés.
Si la comparativa la realizamos por el número de países en los que se asume como oficial, y su extensión geográfica, el español ocuparía el tercer lugar, tras el árabe y el chino, según Moreno y Otero.
“En principio, tres son las funciones que se le pueden asignar a una lengua: es un medio de comunicación, un elemento de identidad colectiva y un soporte de la actividad creativa. La lengua sirve para articular el pensamiento y las emociones, que convierte en materiales aptos para ser transferidos y compartidos socialmente. Además, la lengua aporta y aglutina elementos de cohesión social de una comunidad, diferenciándola de otras. La lengua une y la lengua distingue: dos aspectos que son susceptibles de consideración también desde una perspectiva económica.” (Pasaje de “Economía del español”, publicado por Fundación Telefónica).
Por todo lo anterior, el factor lengua común resulta critico para facilitar los negocios.
En estos tiempos de desintegración de España, como Estado y como proyecto común, resulta muy conveniente fijar los ojos en otros países, que valoren el talento y el esfuerzo empresarial, fomentándolo y dotándole de la seguridad jurídica precisa, y en los que podamos encontrar ciudadanos con identidad cultural afín a la nuestra.
Hace dos años, en un diario judío de gran tirada en New York, me encontré con un anuncio que decía: “No pierda la oportunidad de ampliar sus mercados, mejorando sus beneficios. Aprenda español.” Estoy hablando de New York, USA.
Según la última encuesta del prestigioso instituto PEW Research Center, sobre los hispanos estadounidenses, realizada en 2019, la cuestión de la identidad (de estos), es compleja debido a las diversas tradiciones culturales y países de origen. Cuando se les pide que elijan, los latinos dicen que su grupo “tiene muchas culturas diferentes en lugar de una cultura común (77% contra 21%). Prácticamente no hay diferencias sobre esta cuestión por generación de inmigrantes entre los latinos.”, todo un ejemplo, para muchos de nuestros compatriotas, de identidad en la diversidad.
¿Cuál es la esencia de su identidad común?, sabiendo lo limitado que resultan estas simplificaciones. Pues, según la encuesta citada, “los hispanos suelen decir que hablar español es una parte esencial de lo que significa para ellos ser hispano (el 45% lo dice). Otros elementos importantes que se consideran parte de la identidad hispana incluyen tener ambos padres de ascendencia hispana (32%) y socializar con otros hispanos (29%).
Compartimos idioma y culturas con gran afinidad. Solo falta saber cual es el peso de los estadounidenses hispanos, como les gusta definirse a las nuevas generaciones, en sus respectivas poblaciones. Pues vamos a ello.
En EEUU residen, oficialmente, 60,6 millones de hispanos, distribuidos de la siguiente manera:
Su peso relativo es:
Los Ángeles (California) 45,2% de hispanos
Riverside-San Bernardino (California) 51,1% de hispanos
San Francisco (California) 21,9% de hispanos
Houston (Texas) 37,6% de hispanos
Dallas (Texas) 28,9% de hispanos
San Antonio (Texas) 55,4% de hispanos
New York y New Jersey 24,6% de hispanos
Chicago (Illinois) 22,3% de hispanos
Miami (Florida) 68,6% de hispanos
Phoenix (Arizona) 88,3% de hispanos
Reflexión final: No es mi propósito animar a escapar de España, a personas con espíritu emprendedor, pero si mostrar el sin sentido de la actual deriva que vivimos en nuestro país, al tiempo que abrir ventanas de esperanza a todos aquellos que se ven perseguidos fiscalmente y despreciados socialmente, por el hecho de querer acometer proyectos empresariales, en beneficio propio y de la sociedad. Lo español no se puede limitar a España, es más, la realidad hispana es muy superior, culturalmente y económicamente, fuera de España que en nuestro país.