José Barta, 18 de junio 2020
El pasado 8 de mayo, asistí vía on line a un debate organizado por la Fundación Rafael del Pino, en el que participaban la filosofo Adela Cortina y los economistas Pedro Schwartz y su discípulo Carlos Rodríguez Braum. El debate fue un tira y afloja entre la defensa escolástica de la “mano oculta” de los mercados y la necesidad de garantizar la igualdad de oportunidades reales para todas las personas, derivada de su idéntica dignidad.
Tiraban Schwartz y Rodríguez Braum y aflojaba Cortina, que soportaba como sus apreciaciones, bastante ajustadas a la realidad, algo propio de un buen filosofo, eran calificadas de pueriles y peligrosas para la “libertad”.
El conocimiento de la realidad también es imprescindible para un economista, en este sentido, el Premio Nobel de Economía Friedrich A. von Hayek afirmaba que “nadie que solo sea economista puede ser un gran economista; incluso me siento tentado a agregar que el economista que solo es economista, es probable que se convierta en un problema, si no en un claro peligro.” “No ser solo economista” no remite a la mera acumulación de títulos académicos, mas bien apunta a la necesaria experiencia personal en aquellas realidades que estudia la economía: la de la empresa, la de la familia, la del pequeño consumidor…
La crisis del Covid-19 ha destapado muchas carencias sociales, pero me centraré en dos, críticas para una sociedad justa y competitiva: la sanidad y la educación.
Una Sanidad Universal, de calidad, accesible a todos los ciudadanos independientemente de su poder adquisitivo, es esencial para garantizar que no se producirá una quiebra en la calidad de la salud y en la expectativa de vida de aquellos que no posean el poder económico suficiente para dicha asistencia.
¿Sanidad universal y educación universal son sinónimos de gestión pública? No necesariamente, si bien si lo son de financiación y supervisión pública directa o indirecta.
En la actual sociedad del conocimiento, salud y educación resultan más críticos, para el bien de todos y cada uno de los ciudadanos, que el sistema de Defensa, o cuando menos tienen similar importancia.
Sin un sistema nacional de salud fuertemente implantado volveremos a vernos desbordado por acontecimientos similares a los sufridos en los últimos meses. Sin un sistema nacional de salud accesible a todos los ciudadanos conformaremos una sociedad en la que un pequeño grupo de ciudadanos tendrá una mejor calidad de vida y mayor longevidad que el resto, en razón exclusivamente de su capacidad económica.
El sistema nacional de salud debe integrar tanto los establecimientos y servicios del sector público como los del sector privado, para lo cual el Estado debe supervisar en ambos los sistemas de control de calidad, el alcance de las prestaciones sanitarias y la formación continuada de los profesionales implicados.
Una gestión más ágil en el sector publico, con un mejor control de costes permitirá alcanzar acuerdos con el sector privado, al objeto de derivar aquellas intervenciones susceptibles de ser optimizadas, en calidad de resultados y costes, por el mismo. Actualmente ya existe un marco de colaboración entre la sanidad pública y la privada, lo que permitiría avanzar más rápidamente que si no lo hubiera.
Algo similar podemos decir del sistema educativo, que debe buscar una Enseñanza Universal, accesible a todos los ciudadanos, que contribuya al desarrollo de valores convivenciales, a la asunción de compromisos personales y a la adquisición de conocimientos, es imprescindible para el crecimiento libre y responsable de una sociedad, en la que la igualdad de oportunidades profesionales sea una realidad limitada tan solo por la propia capacidad, por el esfuerzo realizado y no por la procedencia socioeconómica..
Desde el sector público se deben acometer aquellas medidas que, como en la situación de confinamiento se ha sufrido por parte de alumnos que no disponían de recursos tecnológicos como internet y ordenadores, permitan la igualdad de oportunidades. La solución de aprobados generales perjudica a los alumnos con las economías familiares mas bajas, a los que se niega la formación real, supliéndola por un certificado inútil a efectos del crecimiento intelectual.
Enseñanza pública no es necesariamente sinónimo de igualdad de oportunidades y libertad, ese calificativo debe ganarse con la practica del respeto a los valores y creencias de todos y cada uno de los padres y alumnos; reducir el espectro educativo a la opción enseñanza publica gratuita o enseñanza privada sin ayuda estatal, es minorar la libertad de elección de las familias menos dotadas económicamente. Establecer un único sistema de enseñanza gratuita centrada exclusivamente en colegios gestionados por las administraciones públicas, atenta contra el derecho de los padres de economías medias y bajas a buscar los mejores estandares de calidad docente, en el respeto a sus valores y creencias, que es el único valido, para la elección de la formación de sus hijos. Suplantar la voluntad de los padres o tutores en este sentido, supone establecer una dictadura ideológica, al servicio de los intereses de los gobernantes de turno.
El control de la Sanidad y de la Educación no puede quedar al arbitrio exclusivo del Estado, que supone quedar a merced de la ideología de aquellos que detentan el control de sus instituciones, debiendo participar todos los agentes sociales, entre los que se encuentra el personal sanitario y el docente, así como los pacientes y alumnos.
La colaboración entre el sector público y privado en estos campos resulta crítico para la mejora de la calidad en los servicios prestado, así como en la mayor eficiencia de los recursos destinados a ello, suprimiendo los gastos innecesarios, fomentando la innovación.
Se debe superar el dualismo entre el exacerbado intervencionismo estatal y el egoísmo neoliberal. Optimizar los recursos escasos, para hacer frente a antiguas y nuevas necesidades de los ciudadanos en sanidad y educación implica optimizar los procesos de gestión de las instituciones públicas estableciendo el marco de la colaboración privada, salvaguardando la libertad de los ciudadanos.
Nada de lo que estoy comentando es nuevo, contando en nuestro país con experiencias más o menos exitosas, la actual pandemia ha sacado a la luz muchas ineficiencias e intereses ideológicos, que deben ser corregidos si deseamos sentar las bases para una sociedad sana, culta y responsable (algo que solo se puede dar en el ejercicio de la libertad).