José Barta, 18 de noviembre 2019
He demorado
este comentario casi tres meses, esperando reacciones por parte de las
principales asociaciones empresariales españolas; la espera ha sido baldía,
parece que el tema sobre el que trataremos a continuación se encuentra muy
lejos de los intereses de los responsables de las grandes corporaciones
españolas.
El pasado 19 de agosto, la organización Business Roundtable, que reúne a los presidentes ejecutivos de 181 de las mayores corporaciones de Estados Unidos (desde Apple a JP Morgan Chase, pasando por Amazon, IBM, Xerox, Walmart, Exxon Mobil, AT&T, General Motors Company, Ford, etc.), con más de 15 millones de empleados entre todas ellas, y unos ingresos anuales superiores a los 50.000 M €, difundió una declaración en la que asumen un cambio de visión radical sobre el objetivo de sus corporaciones, rompiendo con los que mantenían desde hace más de 20 años, en los que se priorizaba la maximización de beneficios para los accionistas por encima de cualquier otra prioridad, incluido el cuidado del medioambiente y la supervivencia a largo plazo de la empresa, siguiendo la doctrina neo liberal de Milton Friedman.
Esta doctrina ha llevado a sacrificar trabajadores, clientes, proveedores, medioambiente, etc., para lograr los mayores beneficios económicos anuales, algo que impresiona a corto plazo a los accionistas, pero que a quienes realmente enriquece es a los altos directivos que operan con “bonus” de éxito anual. El resultado a largo plazo ha sido el empobrecimiento de esas empresas, así como de los entornos sociales en los que se desarrollan sus actividades, provocando desconfianza y hostilidad en los stakeholders.
España no ha escapado de este fenómeno, que
tuvo sus paradigmas personales en Mario Conde y en Juan Villalonga, e
institucionales en la mayoría de las Cajas de Ahorro y en algunos Bancos.
A diferencia de nuestro país, la presión de
la sociedad norteamericana ha dado lugar a una seria reflexión por parte de los
lideres de sus mayores empresas, que han asumido la necesidad de dar por
finalizado el actual modelo capitalista de empresa, evolucionando hacia un
nuevo modelo más acorde con la futura sociedad del conocimiento y más
consciente de sus responsabilidades con la naturaleza y las personas.
En consecuencia, los miembros de Business
Roundtable han decidido priorizar los objetivos de sus corporaciones en los
siguientes ámbitos:
- Entregar
servicios o bienes de valor a sus clientes
- Invertir
en sus empleados y compensarlos de forma justa
- Negociar
de forma justa y ética con los proveedores
- Apoyar
a las comunidades en las que están asentadas las empresas
- Generar
rentabilidad de largo plazo para los accionistas
Esta decisión
no es baladí, afectando al concepto actual de empresa, que se define
exclusivamente por el logro de resultados económicos.
Joseph E.
Stiglitz, en un artículo firmado el 27 de agosto, afirmaba que “es un alivio
que dirigentes corporativos, presuntamente dotados de una comprensión profunda
del funcionamiento de la economía, finalmente hayan visto la luz y se hayan
puesto al día con la economía moderna, aunque les haya llevado unos cuarenta
años.”
Obviamente las
cosas no cambiarán fácilmente, las resistencias internas y externas, culturales
y legales, exigen tiempo para ser superadas. Y tampoco podemos descartar cierta
dosis de acción cosmética tras la Declaración de Business Roundtable, pero el camino se encuentra marcado y se ha
comenzado a andar.
Llevo años
discutiendo sobre el concepto de empresa mercantil, negándome a aceptar como
válidas las definiciones que se circunscriben exclusivamente a la esfera de
creación de beneficios económicos. Toda empresa, como instrumento humano que es,
se debe al crecimiento integro de las personas relacionadas con ella; la
creación de riqueza abarca el aspecto económico derivado de los bienes o
servicios producidos, pero no puede limitarse al mismo, debiendo incorporar el
crecimiento emocional, intelectual y espiritual si pretenden tener dicha
condición. De esto trataré en un próximo artículo.