Tal como he venido anunciando, procedo a la publicación de las distintas ponencias presentadas en el III Encuentro, que tengo el honor de dirigir.
Comienzo con la del profesor, experto en educación, y buen amigo, Rabino Yerahmiel Barylka.
El título dado a la misma fue:
“Y el señor .A. hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer (Génesis 2:9)” (El lector puede acceder al texto integro a través de este enlace: Participación en III Encuentro del Rabino Barylka )
Entre otras reflexiones, el Rabino Barylka, manifestó:
“El judaísmo se ocupó desde tiempos bíblicos a contestar las preguntas que hoy se han vuelto más acuciantes que nunca. Si recorriéramos los textos fundacionales del Judaísmo, encontraríamos que desde el Pentateuco, pasando por los textos de las Escrituras, la Mishná, el Talmud, los diversos libros de Midrash (exégesis de los textos con historias homiléticas usadas muchas veces en la predicación pública, que proporcionan un análisis intrínseco a pasajes bíblicos) que pueden llenar vacíos que quedan en la narración bíblica sobre eventos y personalidades que sólo se insinuaban), la Halajá (los códigos normativos), hasta la Responsa (Jurisprudencia recogida de los intercambios epistolares de los rabinos sobre cuestiones normativas) que llega a nuestros días, encontraríamos el mejor manual para detener la destrucción de la Creación. Usando los frutos de la investigación científica, para ello tal como leemos en Proverbios 25:2, en la traducción de LBLA: “Es gloria de .A. encubrir una cosa, pero la gloria de los reyes es investigar un asunto”.
La solución para evitar la destrucción de la vida en la naturaleza, tanto desde la vida privada como consumidor o como parte del proceso de la industrialización y la producción, es cambiar las prioridades del ser humano, para que pueda detener su frenesí de convertir cualquier cosa en un nuevo pequeño diosecito, carrera que crea conflictos y escasez. Detener a ese humano que nos conduce a la degradación ambiental masiva, detener a los tigres de Bengala (de cuatro o de dos piernas) que viven de canibalizar a los demás, que dejan actuar su egoísmo y su egocentrismo, y consideran que más allá de sus propios criterios solo hay un enorme vacío.
Si asumiéramos ser siervos de .A., usaríamos herramientas para vivir y para dar vida, y frenaríamos la expansión ilimitada de los que necesitan el hambre ajena y la inmoralidad para ellos nadar en la abundancia. Seríamos lo que realmente somos, socios de .A. en la Creación y así podríamos amar, sin tanta alharaca, al prójimo como a nosotros mismos. En un sistema global, todos los integrantes debemos contribuir activamente a la causa común para el bien, “nadie puede quedar impune cuando ante sus ojos se obra con maldad”, activa o pasivamente, sabiéndolo o en forma inconsciente, cerca o lejos. “