José Barta; 10 de julio 2015
Es impresionante, al menos a mi me lo parece, el esfuerzo que el Presidente Rajoy está haciendo en estas últimas semanas para estar presente en los hogares españoles. Parece que está dispuesto a dar la “batalla de la comunicación”, que según sus “expertos” es la única que no han ganado: la económica, la financiera, incluso la social han sido ganadas con contundencia (no es mi opinión, es la de ellos). Sus apariciones en medios de comunicación, oportuna e inoportunamente, son continuas; casi tantas como la que realizó en el resto de la legislatura.
Sistemáticamente dichas intervenciones se centran en advertir a los españoles sobre el peligro que, para la libertad y la estabilidad económica, representan las nuevas fuerzas políticas, así como los partidos “clásicos” dispuestos a pactar con ellas.
No es de extrañar que se esfuerce más en alertar sobre los futuros peligros, que representan sus adversarios, que sobre los propios logros. Correría el riesgo de que salieran a la luz realidades como la insostenibilidad de la cuantía de las actuales pensiones, como bien denuncia el profesor Miguel Cordoba, ante el incontenible déficit público y la caída de ingresos, derivada de los bajos salarios actuales y del elevado paro, lo que nos ha puesto como líderes mundiales en desempleo de los jóvenes (entre 15 y 24 años) y los mayores (más de 55 años), siendo solamente superado por Grecia, según recoge la OCDE, en su último informe. Esto sin mencionar la creciente Deuda Pública, que parece imparable y prolongará la actual carga fiscal durante los próximos años, el empobrecimiento de la clase media, la caída de las prestaciones sociales (poniendo en crisis una sanidad que llegó a ser un referente mundial), la creciente desigualdad social y la continua pérdida de prestigio internacional, que nos ha llevado a ser unos títeres de los intereses financieros de Alemania y Francia, asumiendo parte de sus pérdidas (recientemente en Grecia), aparentemente con las únicas contrapartidas de unas palmadas en el hombro del Presidente Rajoy y una buena expectativa de empleo futuro para el Ministro De Guindos.
Esta venta de “los que pueden llegar son peores que yo” no es un descubrimiento de Rajoy y sus “expertos” en comunicación. En España ha sido ampliamente aplicada, al extremo de terminar sacrificándose el “bien mayor”, siempre sospechoso, por el “mal menor”. Es esta la actitud que favorece el caciquismo, de izquierdas o de derechas, que de ambos se dan.
En este sentido narra José María Peman, en su libro “Mis almuerzos con gente importante”, que en uno de ellos, convocado en el restaurante Lhardy por el General-Dictador Miguel Primo de Rivera, al que asistieron entre otras personalidades los Profesores Jose Yanguas, Ramiro de Maeztu, Victor Pradera y Canseco – con razón de presentar al General uno de tantos proyectos fallidos para la aprobación de una nueva Constitución, que maquillara la imagen de la Dictadura -, nada más comenzar tomó la palabra el profesor Canseco manifestando que “él era liberal y demócrata: y que aceptaba el proyecto (de nueva Constitución ) sin voto particular, como mal menor, objetivo político que consiste en hacer el mal con la seguridad tranquilizante de pensar que los hay mayores”.
Pues a esto es a lo que parece querer avocarnos el “estadista” Rajoy…y lo peor es que numerosos votantes entienden que resulta razonable dicha posición.