José Barta; 2 de junio 2015
El pasado jueves 28 de mayo, en una de las habituales tertulias del Casino de Madrid, tuvimos el gusto de compartir mesa con don José María Gil-Robles y Gil-Delgado*
Don José María es un personaje entrañable y se encuentra más que retirado, siendo sus principales ingresos las pensiones procedentes de España y de la Unión Europea. Con sus 79 años, aparentemente reúne todas las condiciones para manifestarse con absoluta independencia.
La intervención fue bastante decepcionante, dado que todo fueron loas a “tinglado” montado por los funcionarios y los sátrapas que controlan la actual Unión Europea. Tal fue su entusiasmo por, según él, el extraordinariamente benévolo sistema del que disfrutamos, que tuve que recordarle que el Primer Ministro Británico, Cameron, se ha visto forzado a convocar un Referendo, ya anunciado por la Reina Isabel II, sobre la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea.
Fueron bastantes las objeciones que se le hicieron, siempre desde posturas de máximo respeto por su persona, que se quedaron en el aire, o reinterpretó a su manera, como la creciente diferencia entre ricos y pobres, que terminó convirtiéndose en una loa a la libertad de mercado y a la libre empresa, esa que no ha existido a la hora de salvar a las entidades financieras alemanas y españolas de las consecuencias de sus descabelladas decisiones empresariales.
Existe un punto que quedó en el aire, sin que fuera refutado por nadie. Don José María Gil-Robles y Gil-Delgado defendió como uno de los principales logros de la Unión Europea la “paz”. Esa paz que fue el principal objetivo de los Padres Fundadores** del Mercado Común Europeo. Aparentemente la paz está durando más que en los anteriores periodos de la Historia. Pero sostener esta afirmación supone centrase exclusivamente en la ausencia de actividad armada, olvidando que “no se puede llamar paz a cualquier situación de calma o tranquilidad. Solo es paz en sentido propio aquella situación que es consecuencia de la justicia” (Ética ciudadana. De Rafael Gómez Pérez Ed. Sekotia 2007. Pg. 30)
Las actuales políticas económicas de la UE, en particular de la Zona Euro, que se pueden resumir en el título de este artículo, han ido generando un creciente sentimiento de injusticia incompatible con la paz.
Que una persona como Don José María Gil-Robles y Gil-Delgado fuera incapaz de apreciar esta realidad, y pusiera el énfasis de su intervención en la necesidad de implantar nuevos impuestos, sobre los ciudadanos, para alimentar la superestructura comunitaria, me hizo comprender que nada podemos esperar de los actuales gestores políticos cara a la humanización de las actuales estructuras. Forman parte del problema, por lo que la solución pasa necesariamente por expulsarles.
Por cierto, dado el carácter de mi intervención, tuve que aclarar que fui fundador de la Unión paneuropea en España, en el año 1979, antes de que la mayoría de los actuales europeístas hubieran nacido, o supieran que es realmente Europa.
* Para quien no le conozca, o no le recuerde, es un abogado y político – hijo de José María Gil-Robles (1898-1980), el líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) durante la Segunda República Española, y hermano de Álvaro Gil-Robles (n. 1944), que fuera Defensor del Pueblo de 1988 a 1993 -; nacido en Madrid el 17 de junio de 1935, pasó muchos años exiliado en Estoril (Portugal), con su familia. Fue letrado de las Cortes Generales y se dedicó a la actividad política dentro de la formación conservadora Alianza Popular, convertida más tarde en el Partido Popular (PP). Elegido diputado al Parlamento Europeo (eurodiputado) por el PP, en enero de 1997 se convirtió en presidente de esta cámara, para un mandato que abarcaba la segunda mitad de la legislatura quinquenal 1994-1999
** Konrad Adenauer; Alcide de Gasperi, Jean Monnet y Robert Schuman