José Barta; 3 de agosto de 2012
Mediado el mes de enero me permitía la candidez de escribir una Carta al equipo económico del Presidente Rajoy, en la que me atrevía a manifestarle un deseo generalizado en nuestra sociedad: den prioridad a aquellas medidas que creen empleo, así como a aquellas que menos perjudiquen a los más débiles. Presidente, le recordaba (o quizás le descubría, que uno no tiene muy clara la calidad profesional de los asesores que le rodean a usted, salvo que hablan inglés) que las posibles soluciones a adoptar son diversas, diferenciándose entre ellas principalmente en el colectivos que soportará el mayor peso de la recuperación.
Con este consejo de carácter general no solo propugnaba la defensa de los intereses de las clases medias; dado que el paro es el principal problema de nuestro país, me decantaba a favor de soluciones que contribuyeran a poner en valor el principal “activo” de cualquier sociedad: sus personas.
A principios de junio le reiteraba el llamamiento de forma dramática, dada la mala evolución de la economía en general y del empleo en particular, en un artículo titulado El silencio de los corderos.
Hace unos días el FMI, con datos del 2011 alertaba sobre que no sólo se ha disparado la pobreza en España sino que es necesario llamar la atención sobre lo que describe como “uno de los peores deterioros absolutos en la distribución de riqueza”. Sólo en Lituania ha aumentado más la desigualdad que en España en los últimos años.
Y la situación ha seguido agravándose día a día. Y no solo por la precariedad del empleo, sino por el continuo aumento del desempleo, que cada vez resulta más gravosos para las economías medias:
Pero no acaba en el desempleo el drama de la sociedad española, la mayoría de las medidas adoptadas por su Gobierno, y el resto de Administraciones Públicas, afectan directamente a la renta disponible de los hogares, volviéndose cada vez más insoportables para los de menores ingresos:
Recuerdo algunas de sus medidas:
– Reforma fiscal consistente en Incremento del IRPF (incidiendo especialmente en los autónomos); subida del IVA a partir de septiembre (con mayor incidencia porcentual en las economías medianas) y amnistía fiscal para “grandes defraudadores” (que parece no está dando resultado dado que no se ven “forzados” a ello, ni les resulta rentable cambiar ahora francos suizos o dólares por euros)
– Reforma de los tributos de las Autonomías y Haciendas locales, consistente en subida del IBI para el 50% de las viviendas, con el criterio del tamaño, no del precio por m2 (se notará económicamente en los hogares en el segundo semestre de este año), así como las tasas de basuras, y otras.
– Incrementos superiores al 10% en la mayoría de los precios del transporte público (que suele ser utilizado mayoritariamente por personas de economía media y baja)
– Reforma de la Sanidad, consistente en el pago directo del 10% en los medicamentos por parte del enfermo (lo que ha supuesto que ya se esté recaudando este ingreso, sin haberse articulado el procedimiento que impida que dicha recaudación supere los 18€, convirtiendo a las CCAA en deudoras de los pacientes, en especial de los enfermos crónicos o de larga duración, como sucede en Madrid)
– Reforma del sistema educativo consistente en incrementar el número de alumnos por aula, en la enseñanza pública y concertada, así como la eliminación de ayudas a la adquisición de libros a las familias más necesitadas (sustituyéndose por inexistentes “bancos” de préstamos de libros de texto) y reducción de los salarios del profesorado público y de centros concertados.
– Reforma judicial consistente en el incremento de tasas y reducción de sueldos a funcionarios y trabajadores laborales, en un sistema sobrecargado, que se supone resulta estratégico para garantizar la democracia y el libre comercio.
– Reforma general de la función pública consistente en una nueva reducción del salario de funcionarios y empleados laborales de las Administraciones Públicas.
Presidente, su Gobierno no ha adoptado una sola medida encaminada a eliminar el 100% de las subvenciones de las asociaciones profesionales (algunas no reciben subvención y se muestran más eficaces que las que las reciben, por ejemplo el G14 – agrupa a las grandes inmobiliarias –, o CSIF – Sindicato Independiente de Funcionarios -); o a eliminar el 100% de los “Asesores” contratados para apoyo de los políticos electos – incluido su Gobierno – como si en el cuerpo de funcionarios no existieran profesionales mucho más cualificados que la inmensa mayoría de esos asesores, que podrían asumir dicha función sin sobre coste; tampoco le hemos visto limitar a una las televisiones públicas por autonomía, prohibiendo el déficit; o reducir en el 50% las dietas y sueldos de los Diputados y Senadores; o reconducir su régimen de pensiones a lo establecido para el resto de los trabajadores de nuestro país.
Y esto después de que ustedes aprobaran más de veinte Decretos y tras, al menos, cuatro años para reflexionar y elaborar medidas eficaces para nuestro país.
Y es que su Programa, Presidente, me recuerda aquello de ¡Por sus frutos los conoceréis!
Intelectualmente no espero nada mejor de su Gobierno, ni de su partido – tampoco espero demasiado del resto -; las obras de una persona o un colectivo son la acreditación de lo que realmente piensa y desea. Y lo que no piensa este Gobierno está más que claro: ¡No piensa en parámetros de justicia social!
Presidente, no es lo mismo la crisis en Italia, en Portugal o en el Reino Unidos, por citar tres países cualesquiera; independientemente de los planteamientos financieros, ninguno de ellos – ¡NINGUNO! – sufre el drama del paro que nosotros vivimos.
Señor Rajoy no puede usted aparecer en rueda de prensa y decir que se está haciendo lo que se debe – y que a usted le duele más – sin que haya tomado la más mínima medida en apoyo a la creación de puestos de trabajo, a la creación de riqueza por parte de las pequeñas empresas; y esto en un contexto en el cual su Gobierno está asumiendo todo el endeudamiento posible, para salvar entidades financieras inviables, gestionadas por compañeros de partido.
Señor Rajoy, no cesa usted de pedir sacrificios a los españoles, olvidando que el sacrificio no se exige, se ofrece. Entra dentro del orden de las alianzas y las alianzas se diferencian de los contratos en que no se da algo, se da uno a sí mismo. El amor entre los cónyuges, así como el de los padres a los hijos, entra en ese género, también la amistad.
Ustedes no se han ganado ni la confianza, ni el afecto desinteresado de la mayoría de los españoles (seguro que una minoría constituida por políticos, algunas grandes corporaciones y bastantes gestores de bancos si se lo dan).
Usted no puede pedir sacrificios. Usted tiene que ofrecer un contrato-proyecto de Gobierno, con objetivos cuantificables y plazos concretos, e intentar vendérnoslo a los españoles, demostrándonos lo beneficioso que nos resultará. Somos sus clientes y usted nos debe este respeto, si quiere seguir justificando éticamente su permanencia en el puesto.
Nosotros, los ciudadanos de a pié – más de cuarenta millones – somos Rod Tydwell y usted es Jerry Maguire, no nos importa lo que piense o lo que diga, ya no es suficiente.
Señor Rajoy, si usted quiere contar con nosotros: ¡Enséñame la pasta!