José Barta; 3 de junio 2012
Tengo que comenzar este artículo diciendo que Mario Draghi, en el corto periodo de tiempo que lleva como Presidente del Banco Central Europeo, me ha sorprendido muy positivamente con alguna de sus decisiones.
En concreto me refiero a su decisión de dotar de créditos a tres años, a las entidades financieras, al 1%. Quizás su único error, en cuanto a España, fue el de no valorar la gravedad de la insolvencia de muchas de nuestras entidades.
Pienso que dicha decisión implicaba necesariamente ordenar la “fabricación de moneda”, contra futuros beneficios y contra la miope visión del tragicómico dueto Merkosy.
Y es que en mi opinión, y en la de muchos, la única salida del eurogrupo pasa por soltar lastre irrecuperable y “fabricar” el dinero necesario para prestárselo a numerosas entidades financieras (incluidas francesas y alemanas), y algunos gobiernos nacionales, hasta que puedan recuperarse lo suficiente como para devolverlo. Esto nos lleva a un horizonte no menor a cinco años, preferiblemente a diez.
Consecuencia inmediata de esta política será la devaluación del euro frente al dólar, algo favorables para la competitividad de la mayoría de los países de la zona euro, entre los que no se encontrará Alemania, no por lo cual tiene que salir perjudicada. La temida inflación no está tan clara ya que más que poner una gran cantidad de dinero en circulación lo que se logrará es aliviar la pesada carga de las pérdidas derivadas de los activos tóxicos, estabilizando los mercados.
Casi estoy plenamente convencido de que Mario Draghi, en cuanto encuentre un “ambiente” favorable (derivado de eliminación definitiva del ocultismo que de la realidad financiera se está realizando hasta ahora) acometerá el reto de liquidez que he comentado.
De alguna manera lo reconoce en la manifestación que, el pasado jueves 31 de mayo, realizó en una comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara: “Lo que muestran los casos de Dexia y Bankia es que, cuando nos enfrentamos con dramáticas necesidades de recapitalización, la reacción de los Gobiernos o de los supervisores nacionales es subestimar la importancia del problema, presentar una primera evaluación, después una segunda, una tercera, una cuarta” (…)“Esa es la peor manera posible de hacer las cosas porque al final todo el mundo acaba haciendo lo correcto, pero al coste más alto posible”.
Declaraciones sorprendentes por su dureza, pero también por su claridad, por lo que no se pueden tomar como una mera salida de tono, fruto del cansancio y del hartazgo.
Entiendo que en ese “todo el mundo acaba haciendo lo correcto” se incluye a si mismo, como máximo responsable del BCE.
Solo me asalta una duda en relación con este análisis, derivada del pasado profesional de este romano de 65 años.
Y esta duda no tiene vinculación alguna con su pasado como Director Ejecutivo del Banco Mundial, ni como Director General del Tesoro italiano. Tiene que ver con su pasado como Vice Presidente para Europa de Goldman Sachs (2002-2005) y la responsabilidad de esta entidad en el pasado “maquillaje” de cuentas de Grecia. Ojala ya no tenga “facturas” pendientes, procedentes de esta época.
Y es que, si hay un caso en el que se puedan aplicar la palabras de Draghi, es en el de Grecia en el “que, la reacción de los Gobiernos o de los supervisores (euro) nacionales es subestimar la importancia del problema, presentar una primera evaluación, después una segunda, una tercera, una cuarta”