José Barta. 29 de marzo de 2012
El Tribunal General de la Unión Europea (TUE) ha confirmado este jueves la multa récord de 151 millones de euros que la Comisión impuso a Telefónica en 2007 por abuso muy grave de posición dominante en el mercado español de banda ancha.
La sentencia rechaza los recursos interpuestos tanto por Telefónica como por el Gobierno español y respalda la decisión del Ejecutivo comunitario de sancionar a la compañía. Bruselas justificó la multa alegando que, entre 2001 y 2006, Telefónica cobró a sus rivales precios excesivos por el alquiler de su infraestructura de red, dejándoles un margen de beneficios insuficiente para competir.
Aun resuenan en mis oídos las palabras airadas con las que Cesar Alierta, Presidente de la compañía, en un desayuno que compartimos el 26 de septiembre del pasado año, trataba de responder a mi pregunta sobre ¿como justificaba los Eres en España, así como la creación de empresas fuera de nuestro país, ahora que tan necesaria es la promoción de empleo dentro de nuestras fronteras?, teniendo en cuenta lo que Telefónica debe a España? : “¡Telefónica es lo que es gracias a los accionistas! ¡No debe nada a España; España le debe a Telefónica!”.
La ira, en este caso nada santa, casi le impedía hablar, “Telefónica ha traído la modernidad a España”, en este país se tiene internet gracias a Telefónica.
Una compañía que ha desarrollado unas prácticas de abuso permanente, con la connivencia de los distintos Gobiernos españoles, sobre los consumidores, especialmente las familias. Al menos esto es lo que hemos estado defendiendo, contra la “versión oficial”, no pocos ciudadanos en nuestro país.
Pues bien, en el 2007, la Comisión Europea entendió lo mismo que los sufridos consumidores españoles, y consideró que, con estas prácticas, el operador histórico español debilitaba a sus rivales, dificultando que mantuvieran su presencia y su crecimiento, y les obligaba a incurrir en pérdidas si querían igualar los precios minoristas de Telefónica. El resultado es que los consumidores españoles pagaban por el acceso a la banda ancha un 20% más que el promedio comunitario.
En su sentencia de este jueves, el Tribunal de Luxemburgo confirma que “una compresión de los márgenes en un mercado pertinente puede constituir, en sí misma, un abuso de posición dominante”.
También respalda el análisis de Bruselas según el cual “era probable que la conducta de Telefónica hubiese reforzado las barreras a la entrada y a la expansión en dicho mercado y que, de no haber existido las distorsiones resultantes del estrechamiento de márgenes, la competencia habría sido más intensa en el mercado minorista, de lo que se hubieran beneficiado los consumidores en términos de precio, de elección y de innovación”.
Me temo que el Gobierno español no tomará nota de esta resolución, tan preocupado por atornillar a las economías medias, pero para él se dirige una parte de la Sentencia, que rechaza el principal argumento que Telefónica esgrimió en su defensa: que se ajustó en todo momento y de forma escrupulosa a las exigencias de su regulador, la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) y a la normativa española. Por ello alegó que la sanción de Bruselas creaba inseguridad jurídica.
El Tribunal de Luxemburgo responde que “Telefónica disponía de margen de maniobra suficiente para determinar su política de precios”. “Telefónica no podía ignorar que el cumplimiento de la normativa española en materia de telecomunicaciones, y, en particular, el cumplimiento de las resoluciones adoptadas por la CMT en virtud del marco regulador, no la protegía frente a una intervención de la Comisión con arreglo al derecho de la competencia”, resalta el fallo.
En definitiva, un elemento clave en la productividad de las nuevas economías, como es el coste de la telecomunicación, se encuentra en España desvinculado de las estrategias gubernamentales para el incremento de la competitividad; hasta el extremo de dañar los intereses de los consumidores, gracias a lo cual la Comisión y el Tribunal General de la Unión Europea pueden acudir en nuestra defensa, frente al abuso de las grandes corporaciones en connivencia con nuestros Gobiernos. Tiene narices, la calidad moral de nuestros gobernantes.