José Barta; 21 de febrero de 2012
El presidente del Ifo (el más prestigioso Instituto de Estudios económico-financieros alemán) ha comentado que los 130.000 millones de euros, del llamado rescate de Grecia, no servirán para ayudar al país heleno sino a los bancos internacionales.
Desde el verano del pasado año vengo denunciando, principalmente en el programa Primera Hora, de Gestiona Radio, del que soy contertulio habitual, que la persistencia en dotar de nuevos fondos de ayuda, procedentes del BCE y del FM, a Grecia, siempre que cumpla imposibles condiciones económicas y políticas, no tiene por objeto ayudar a que Grecia salga lo más airosa posible del atolladero en que se encuentra, sino que busca sustituir a los actuales acreedores privados (bancos y fondos, principalmente franceses y alemanes) por acreedores públicos. Es decir trasvasar las perdidas privadas principalmente a los contribuyentes de la zona euro y, en menor medida, a los del resto del mundo.
Grecia no tiene futuro alguno dentro del euro, moneda que más que una muleta supone un fardo de imposible transporte, para una economía tan deteriorada. La necesidad de “una quiebra” (algo que afectaría principalmente a las entidades financieras norteamericanas, que son las principales aseguradoras) y la salida del euro, con la consiguiente devaluación de la nueva moneda, se está evitando sistemáticamente hasta lograr la mayor parte del objetivo real, liberar a las entidades privadas acreedoras de dicha carga.
Para que se hagan una idea de la importancia de dicha deuda, a mediados del pasado año las entidades francesa superaban los 100.000 millones de euros de exposición a la deuda griega, llegando las alemanas a los 50.000 millones de euros, seguidas de Estados Unidos y otros países de la zona euro con 40.000 millones y 50.000 millones respectivamente, según el BIS.
Actualmente dicha exposición se ha reducido, incrementándose la del BCE, FMI y otras instituciones públicas, habiendo aumentado el montante total de la deuda pública griega.
Ni que decir tiene que mis palabras han sido sistemáticamente ignoradas o descalificadas por lo “gurús oficiales” (que de eso viven) y por la mayoría de medios de comunicación, salvo por Gestiona Radio, en particular por Arturo Criado, Director de Primera Hora. Pues bien, el presidente del Instituto de Investigación Económica de Munich (Ifo), Hans-Werner Sinn acaba de afirmar, en una entrevista concedida al diario alemán “Der Spiegel”, que la permanencia de Grecia en el seno de la eurozona representa “una pérdida de tiempo” que nos aleja cada vez más de la posible solución al problema, por lo que, a su juicio, sólo la salida del euro del país heleno y la inmediata depreciación de su nueva divisa permitirá evitar el caos.
“Se debería emplear el dinero en facilitar su salida de la unión monetaria (…) Las turbulencias serían temporales, quizás durante uno o dos años, pero podrían sortearse con los fondos de la comunidad internacional, el dracma sería devaluado, pero posteriormente la situación se estabilizaría muy rápidamente y tras la tormenta volvería brillar el sol”, añade.
Así, Sinn subraya que la posibilidad de devaluar la divisa devolvería la competitividad a Grecia, ya que los productos del país heleno serían repentinamente más baratos apartando la demanda de las importaciones hacia los productos producidos en el propio país, impulsando el turismo e, incluso, atrayendo gran parte de los capitales que salieron de Grecia con destino a Suiza, para los que esta caída de precios volvería a hacer atractiva la inversión en Grecia.
El presidente del Ifo explica que los 130.000 millones del llamado rescate de Grecia, no servirán para ayudar al país heleno sino a los bancos internacionales, por lo que considera mucho más útil destinar los recursos a facilitar la salida del euro de Grecia.
“Ese dinero no servirá para ayudar a Grecia y los políticos lo saben, sólo tratan de ganar tiempo hasta las próximas elecciones, pero desde mi punto de vista es una pérdida de tiempo porque la deuda externa de Grecia crece con cada año que pasa sin que abandone el euro”, advierte el economista.
Pues nada, bien venido al carro.