José Barta; 7 de diciembre de 2011
“Personalmente he sido testigo de cómo, las entidades financieras españolas – en su mayoría – no tienen interés en aplicar formulas que faciliten su recuperación. La intención de fondo es “quitarse de en medio las perdidas”, endosándoselas al contribuyente español (…)” (Conclusión Final)
El pasado lunes, día 5 de diciembre, publiqué en Diario Financiero un nuevo artículo con el títuloMerrill Lynch también contra el “banco malo” español.
En el mismo me decantaba por descartar definitivamente la solución del “banco malo”, acudiendo directamente a la nacionalización de aquellas entidades que, aun siendo insolventes, pudieran ser salvadas mediante la incorporación de capital, en términos razonables según mercado.
Hoy desearía realizar un rápido repaso a los tres principales modelos que se han venido comentando con esta figura de “banco malo”. Las denominaré por su implantación más característica, o por su procedencia, en aquel supuesto que no ha pasado del plano teórico.
Con esto, y con mi Conclusión Final, doy por finalizada la serie de largos artículos en los que he tratado de explicar por qué estoy en contra de la “creación de bancos malos”, cuando “ya existen los realmente malos”.
A Modelo irlandés:
En marzo de 2010 echó a andar el llamado “Banco malo” irlandés, la “NAMA” (Agencia Nacional de Gestión de Activos) con el anuncio de la compra del primer tramo de deuda (principalmente) inmobiliaria, de 16,000 millones de euros, a los bancos irlandeses y de los descuentos que aplicó a esta deuda: el 47% de media, con un máximo del 58%.
Estos descuentos son enormes, comparados con el 30% que se anunció cuando se puso en marcha la agencia, a finales del 2009.
Para que nos hagamos una idea de lo que esto supuso, si esa valoración se aplicara en España querría decir que el agujero inmobiliario en los balances bancarios sería de más de 150,000 millones de Euros.
El importe inicial rápidamente se incrementó hasta los 21.000 millones de euros.
Pronto se descubrió que los descuentos sobre las valoraciones, en términos generales se habían quedado cortos, trasladándose el problema del sector privado al público, de los accionistas y acreedores del sector bancario a los contribuyentes.
Irlanda pasó de una deuda bruta nominal, sobre su PIB, del 25% en 2007 – del 44,4% en 2008 – al 65,6% en 2009 y 96,2% en 2010. Su déficit en 2010 fue del 32,4% del PIB.
La NAMA actualmente está planteando la demolición de promociones de viviendas, como ya ha ocurrido en Texas y en California
España hasta el momento parece que sigue este modelo, a partir del FROB, prácticamente con la mitad de la quita que en su día realizó Irlanda, que se demostró insuficiente.
En mi opinión el agujero en los balances de los bancos y cajas españoles probablemente supere los 200.000 millones de euros (Nomura y UBS llegan a cifras alrededor de los 100.000 millones de euros)
Morgan Stanley, en un informe reciente, analiza las implicaciones de crear un banco malo aceptando los supuestos del rescate bancario irlandés, es decir, un descuento en la compra de los activos en el rango 42%-64%, y partiendo de la última valoración del B. de E. sobre activos problemáticos, que estima en 176.000 millones de Euros, “asume que el banco malo pagaría entre 63.000 y 102.000 millones de euros por los activos problemáticos“.
En este supuesto, Morgan Stanley, concluye que el FROB necesitaría alrededor de 104.000 millones de euros que se obtendría “mediante la emisión de deuda pública que comprarían los propios bancos y el fondo de estabilidad europeo”. Incrementaría el volumen de la deuda pública española alrededor de un 10% sobre el PIB.
Lo malo es que el propio B de E, en una última Circular que modifica la C 4/2004, de 22 de diciembre,, ha vuelto a conminar a las entidades financieras a que afloren la realidad de sus activos inmobiliarios, actualizando sus tasaciones, así como ampliando la información sobre el estado actual de los mismos.
Las previsiones de Morgan Stanley se quedaran cortas, y más aun si tenemos en cuenta la incidencia que este proceso tendrá en la valoración de los activos de las inmobiliarias y promotoras, cotizadas o no, participadas por las entidades financieras, que sufrirán un desplome en sus balances.
B Modelo propuesto por una parte del sector empresarial (Aristóbulo de Juan):
Se planteó a finales del 2010, parte de una propuesta de rescate del 50% a cargo del contribuyente y 50% a cargo del sistema financiero.
Lo más relevante es el mecanismo de rescate propuesto, y la financiación del mismo. Respecto al mecanismo de rescate contempla cuatro puntos:
Primero, unificar los tres fondos de garantía de depósitos en uno sólo
Segundo, las entidades financieras deberán aumentar considerablemente las aportaciones a este fondo de garantía de depósitos.
Tercero, el FROB aportará una cantidad equivalente a las aportadas por las entidades financieras, en función del punto anterior.
Cuarto, el FROB además prestaría dinero al fondo de garantía, cosa que permite la ley que creó el FROB en junio de 2009. Así se haría posible al nuevo fondo unificado disponer de la financiación necesaria para sus nuevos fines.
A partir de estos cuatro puntos, el fondo de garantía único compraría estos activos tóxicos, especialmente suelo, en cuantía suficiente para llegar a un saneamiento total.
Fuentes de financiación. Serían dos:
La emisión de deuda del FROB avalada por el Tesoro
La segunda fuente de financiación sería acceder al Fondo de Rescate Europeo (FEEF)
Esta propuesta, frente a la del modelo irlandés, tiene la “ventaja” de que la participación del Estado está acompañada, al 50%, por la del sector financiero, sin embargo esta afirmación inicial resulta más aparente que real, ya que los activos inmobiliarios a comprar se valoran con unos criterios que nada tienen que ver con la realidad del mercado, a favor de las entidades financieras.
La fórmula que propone el estudio es comprar a valor en libros, es decir, después de provisiones, valor que viene validado por los balances que viene aprobando Banco de España. La operación debería efectuarse solo con las entidades insolventes. Si de la liquidación de tales activos resultaran pérdidas sería el propio fondo quien enjugaría dichas pérdidas.
Ya hemos comentado como el valor en libros se encuentra, cuando menos, en el doble del valor real del mercado; en el caso del suelo la sobrevaloración puede llegar al 70% e incluso al 80%.
Es de resaltar como el Gobierno presidido por Zapatero ha estado dando últimamente pasos en el sentido marcado por esta propuesta. Baste recordar como recientemente se ha procedido a la unificación de los tres fondos de garantía, y como el B. de E. ha planteado la posibilidad de garantizar al posible comprador de la CAM el valor en libros de los activos inmobiliarios, en el supuesto de que la posible venta de los mismos generara perdidas.
Finalmente, para darle un ligero toque de moralina, la propuesta de Aristóbulo de Juan explicita que “el rescate no debe salir gratis, sino que debe de haber un cambio sustantivo de la propiedad y de los equipos directivos de las entidades rescatadas, que presidieron su descapitalización o la consintieron”. Pero con esto no quiere decir que el Estado asuma la titularidad del mismo, lo que plantea es que, una vez adecuadamente saneado se saque a subasta entre sus antiguos competidores (algo así como la formula RUMASA)
C Modelo alemán de Banco Malo
En el esquema de banco malo alemán el riesgo de los activos transferidos en última instancia se mantiene en el banco matriz, de manera que los accionistas existentes en ese momento siguen siendo los responsables últimos de las pérdidas. Se hace un banco malo por entidad, como entidad jurídica separada.
Las entidades financieras domiciliadas en Alemania que quisieron pasar los activos dañados a un banco malo, debían solicitarlo a la Agencia de Estabilización del Mercado Financiero. A aquellos bancos autorizados se les permitió transferir al banco malo los productos estructurados, no los préstamos normales, que habían sido adquiridos con anterioridad al 31 de diciembre de 2008.
Los activos fueron comprados por el banco malo al mayor precio entre el 90 por ciento del valor en libros según se recogía en las últimas cuentas auditadas y el valor económico a largo plazo. La deducción del 10 por ciento del valor en libros podía ser inferior, en caso de que el core capital del banco cayera por debajo del 7 por ciento. A cambio, el banco recibía valores garantizados por el Estado alemán. Además, se determinaba el valor fundamental de los activos transferidos. El banco tenía que proporcionar información sobre el valor actual confirmado por expertos independientes y las autoridades de supervisión bancaria.
El banco tenía que pagar una compensación anual al banco malo por la diferencia entre el valor de transferencia y el valor fundamental, dividido por el número de años hasta el vencimiento, veinte concretamente, para asegurarse de que el banco malo no termina con una perdida. La restricción de esta indemnización al banco malo es el dividendo a los accionistas del banco. Si los dividendos en un año se encuentran por debajo de la cantidad de compensación requerida por el banco malo, las compensaciones serían mayores en los años posteriores.
Las ventajas de la participación en el esquema de banco malo alemán – a pesar de la disposición de los riesgos en el sistema bancario – es el alivio temporal de los balances de los bancos que libera capital desde el momento en el que el riesgo se reduce significativamente, por lo que permite al banco otorgar nuevos préstamos.
Las pérdidas corren totalmente a cargo del banco, pero se extienden en el tiempo. Además, los bonos garantizados por el Estado alemán pueden ser utilizados como garantía en refinanciación de operaciones con el eurosistema. El grado de incertidumbre se reduce significativamente desde el momento en el que los pagos por las compensaciones son fijos y el banco no se someterá a depreciaciones adicionales sobre los activos transferidos.
Conviene no confundir este proceso con el acometido por el BFA (Banco Financiero y de Ahorro) al crear Bankia, ya que, a diferencia del modelo alemán, los activos inmobiliarios más difícilmente vendibles (suelos de todo tipo y condición), así como los créditos soportados por este tipo de garantía, se han quedado en la matriz (BFA), junto con avales del Estado, deuda preferente y prestamos del FROB, así como las acciones del nuevo banco (Bankia) valoradas en 12.000 millones de euros, que pasaron a valer la mitad en su salida a Bolsa; traspasando al nuevo banco (Bankia), el negocio bancario, con los inmuebles afectos al mismo, y las cargas propias de la actividad, así como créditos otorgados sobre la garantía de activos inmobiliarios menos perjudicados (por denominar los de alguna manera).
En el modelo diseñado para Rodrigo Rato, el Banco matriz (BFA) ha sido convertido en el banco malo, dejando en el aire, por grave riesgo de insolvencia en el medio- largo plazo, a sus acreedores, entre los que destaca el Estado español, es decir todos los contribuyentes.
Con el modelo alemán no se elimina el riesgo soportado (con las consiguientes pérdidas) por las entidades financieras, pero se desplaza a muy largo plazo, lo que da tiempo a las mismas para recuperar sus actividad bancaria en general y crediticia en particular; generando beneficios y acumulando cómodamente provisiones para hacer frente a las futuras perdidas.
CONCLUSIÓN FINAL: Personalmente he sido testigo de cómo, las entidades financieras españolas – en su mayoría – no tienen interés en aplicar formulas que faciliten su recuperación. La intención de fondo es “quitarse de en medio las perdidas”, endosándoselas al contribuyente español (o comunitario, que en esto no son xenófobos – al fin “el dinero público no es de nadie” que diría alguna ministra zapateril), sin consecuencias de ningún tipo para sus actuales accionistas y máximos gestores. Hasta dos propuestas he llegado a presentar, en este sentido, desde distintas plataformas, a las que, tras reconocer su viabilidad, distintos bancarios han procedido a silenciar. Como mi caso seguro que existen otros, desconocidos por el gran público. Por supuesto no estoy hablando de la burda creación de sociedades inmobiliarias, para la gestión técnica de activos inmobiliarios, con las que se ha intentado solucionar la evidente caída del valor de las carteras incorporadas a las mismas.