José Barta, 05-04-2010
Navegando entre mis blogs preferidos me he encontrado con un comentario de Luís Garicano, que bajo el titulo Envidia sana de Irlanda, realiza una apología del NAMA (Banco malo irlandés) , tipo de solución esta sobre la cual ya expuse mi opinión hace unos días, bajo el titulo Cajas y Bancos: ¿urgidos a vender pisos?
En cualquier caso considero que el artículo de Luís Garicano es lo suficientemente interesante como para leerlo, y así animo al que quiera oírme.
Solo creo preciso añadir un matiz a los ya aportados en mi comentario citado anteriormente. Los mayores descuentos realizados en Irlanda, que llegan al 58%, se quedaran cortos con los activos inmobiliarios españoles más tóxicos, que llegarán a precisar descuentos superiores al 70%, pudiendo alcanzar el 80%, y es que en nuestro país se ha financiado mucho suelo que no llega ni a la categoría de suelo no sectorizado, quedándose, por tiempo impreciso, como meros suelos rurales, a efectos de tasación. Y estos suelos no están amparados por la reciente Modificación del Real Decreto Legislativo 2/2008, de 20 de junio, por la que se cambia la Disposición final segunda, alargando de tres a seis los años contados desde la entrada en vigor de la Ley 8/2007, de 28 de mayo, de Suelo, para aplicarles los nuevos criterios de valoración.
Me guardo, para mejor ocasión, lo que pienso sobre la capacidad de que el Estado español, en su día, reclame, a las grandes corporaciones financieras a las que hubiera liberado de dichos activos, las posibles desviaciones sobre las perdidas previstas en un proceso de este tipo, que es lo que contempla el instrumento irlandés.